Abandona tu vida, si quieres vivir.
Tres Vestíbulos, oh fatigado peregrino, conducen al término de los
penosos trabajos. Tres
Vestíbulos, oh vencedor de Mara, te conducirán por tres diversos estados
al cuarto, y de allí a
los siete mundos, a los mundos del Eterno Reposo.
Si deseas saber sus nombres, oye y recuerda:
El nombre del primer Vestíbulo es Ignorancia (Avidya).
Es el Vestíbulo en que tú viste la luz, en que vives y en que morirás.
E] nombre del segundo es Vestíbulo de la Instrucrión. En él encontrará
tu alma las flores de
vida, pero debajo de cada flor una serpiente enroscada.
El nombre del tercer Vestíbulo es Sabiduría, más allá de la cual se
extienden las aguas sin
orillas de AKSHARA, la fuente inagotable de Omnisciencia.
Si quieres cruzar seguro el primer Vestíbulo, haz que tu mente no tome
por la Luz del Sol de
Vida los fuegos de concupiscencia que allí arden.
Si pretendes cruzar sano y salvo el segundo, no te detengas a aspirar el
aletargador perfume de
sus flores. Si de las cadenas kármicas quieres libertarte, no busques tu
Gurú en aquellas
mayávicas regiones.
Los SABIOS no se detienen jamás en los jardines de recreo de los
sentidos.
Los SABIOS desoyen las halagadoras voces de la ilusión.
Aquel que ha de darte nacimiento, búscalo en el Vestíbulo de la
Sabiduría, el Vestíbulo que
está situado más allá, en donde son desconocidas todas las sombras y
donde la luz de la
verdad brilla con gloria inmarcesible.
Aquello que es increado reside en ti, discípulo, como reside en aquel
Vestíbulo. Si quieres
llegar a él y fundir los dos en uno, debes despojarte de las negras
vestiduras de la ilusión.
Acalla la voz de la carne, no consientas que ninguna imagen de los sentidos
se interponga
entre su luz y la tuya, para que así las dos puedan confundirse en una.
y tan pronto te hayas
persuadido de tu propio Agnyana, huye del Vestíbulo de la Instrucción.
Este Vestíbulo, tan
peligroso en su pérfida belleza es necesario sólo para tu prueba.
Cuidado, lanú, no sea que,
deslumbrada por el resplandor ilusorio, se detenga tu alma, y en su
engañosa luz quede presa.
Esta luz radiante emana de la joya del Gran Engañador (Mara); hechiza
los sentidos, ciega la
mente, y convierte al incauto en un náufrago desvalido.
La pequeña mariposa, atraída por la deslumbradora luz de tu lámpara de
noche, está
condenada a perecer en el viscoso aceite. El alma imprudente que deja de
luchar aferrarla con
el demonio burlón de la ilusión, volverá a la tierra como esclava de
Mara.
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