Un Espacio dedicado a compartir ideas e impresiones sobre temáticas orientales.
jueves, 26 de mayo de 2011
Existen innumerables objetos virtuosos, pero los más importantes son los objetos de las veintiuna prácticas de meditación sobre el Lamrim:
1 La preciosa existencia humana.
2 Muerte e impermanencia.
3 Los sufrimientos de los renacimientos inferiores.
4 La práctica de refugio.
5 Las acciones y sus efectos.
6 Renuncia al samsara.
7 Ecuanimidad.
8 Reconocimiento de que todos los seres son nuestras madres.
9 Aprecio de la bondad de todos los seres.
10 Igualarse uno mismo con los demás.
11 Desventajas de la estimación propia.
12 Ventajas de estimar a los demás.
13 Cambiarse uno mismo por los demás.
14 La gran compasión.
15 La práctica de tomar.
16 El amor que desea la felicidad de los demás.
17 La práctica de dar.
18 Bodhichita.
19 La permanencia apacible.
20 La visión superior.
21 Confianza en el Guía Espiritual.
Debemos meditar sobre nuestra preciosa existencia humana a fin de reconocer y apreciar la magnífica oportunidad para adiestrarnos en el Dharma de que ahora disponemos. Si apreciamos el gran potencial de nuestra existencia humana, no la echaremos a perder en actividades sin sentido.
Para vencer la pereza y asegurarnos de que nuestra práctica se mantiene pura y libre de motivaciones mundanas, hemos de meditar sobre la muerte y la impermanencia. Si practicamos el Dharma de corazón, lograremos realizaciones con facilidad.
La meditación sobre los sufrimientos de los renacimientos inferiores, la práctica sincera de refugio en las Tres Joyas, el evitar acciones perjudiciales y el ejercicio de la virtud nos protegen de caer en los reinos inferiores y nos garantizan que en vidas futuras obtendremos preciosos renacimientos humanos dotados de las condiciones necesarias para adiestrarnos en el Dharma.
Para generar de manera espontánea el deseo de alcanzar la liberación última o nirvana, hemos de meditar sobre los sufrimientos de los seres humanos y de los dioses. Este deseo, llamado renuncia, nos anima a completar la práctica de los caminos espirituales, los métodos propiamente dichos que nos conducen al logro de la liberación total.
También tenemos que meditar en el amor, la compasión y la bodhichita para reducir nuestra estimación propia y sentir verdadero afecto hacia todos los seres sintientes.
Con esta motivación pura hemos de adiestrarnos en la meditación para lograr la permanencia apacible, un estado de profunda concentración, y la sabiduría especial denominada visión superior. De este modo, podremos disipar nuestra ignorancia y eliminar las dos obstrucciones que nos impiden convertirnos en un Buda.
Al confiar en un Guía Espiritual cualificado, abrimos la puerta de la práctica de Dharma. Gracias a sus bendiciones, generaremos fe y confianza en nuestro adiestramiento espiritual y podremos lograr con facilidad las realizaciones de las etapas del camino. Por lo tanto, es importante meditar sobre la manera correcta de confiar en el Guía Espiritual.
lunes, 23 de mayo de 2011
Estimar a los demás abre las puertas a la felicidad, el éxito, a la felicidad y paz mental diarias hasta llegar a las más completa y alta iluminación, la felicidad más pura y duradera. Abre las puertas a toda esta felicidad para uno y para todos los demás seres sintientes. Al estimar a los demás con un buen corazón, uno puede causar la felicidad de esta vida, felicidad de las vidas futuras, felicidad de la liberación del samsara, y la felicidad de la mas alta iluminación para nosotros y para los demás.
Estimar el “yo”crea solo obstáculos para los propios deseos de felicidad. Cada vez que nuestra mente se vuelve auto centrada, egoísta, nosotros establecemos las raíces para todo nuestro sufrimiento. Cada vez que en nuestra vida diaria permitamos que nuestra mente se vuelva egoista, estamos estableciendo la raíz de los problemas. Cada vez que permitamos a nuestra mente desarrollar un buen corazón, estamos estableciendo la raíz de toda la felicidad y paz. Por ejemplo, mientras uno está comiendo, mientras uno está haciendo su trabajo en la oficina o mientras uno está en la casa cuidando la familia, haciendo nuestras obligaciones, o mientras uno está en la calle o en las compras, si la actitud de la actividad es ego, hay tensión.
Si hay una fuerte tensión en el corazón, no hay ninguna realización, no hay descanso para tu mente. Hay una tensión muy fuerte, una estrechez y una mente cerrada a los demás. La naturaleza de esa mente no tiene paz. Tu vida interna no tiene paz. Puede que haya experiencias excitantes exteriormente pero tu vida interna no tiene paz. No hay felicidad verdadera dentro. El interior está vacío, vacío y lleno con infelicidad. Ese es el resultado, el efecto que obtienes del ego. Te llena todo el corazón y la vida interna con infelicidad e insatisfacción. Cuando la preocupación es con el “yo”, constantemente pensando “mi felicidad, mi felicidad, mi felicidad” como recitando un mantra, entonces no hay ningún pensamiento de felicidad por otros, por beneficiar a otros o crear felicidad para otros –ningún pensamiento acerca de esto.
Apa sherpa.
KATMANDU, Nepal -- Un sherpa nepalí superó el miércoles su marca de escalar el Monte Everest al hacerlo por vigésimo primera vez.
Apa, que realiza escaladas para sacar toneladas de basura abandonadas por los montañistas, alcanzó la cima de 8.850 metros (29.035 pies) con otros escaladores, dijo el funcionario gubernamental Tilak Pandey, situado en el campamento base.
"Dijeron que disfrutaban la vista panorámica y que tomaron fotos en la cumbre", dijo Ang Tshering, de la entidad Asian Trekking, que organizó la expedición.
Apa, que al igual que muchos sherpas sólo usa un nombre, creció a los pies del Everest y comenzó sus tareas de porteador a los 12 años. Su primera escalada al Everest fue en 1989.
A sus 50 años Apa y su equipo escalaron toda la noche del martes y la mañana del miércoles hasta alcanzar la cumbre a las 9:15 de la mañana (0330 GMT).
Antes de comenzar su escalada en abril, Apa dijo que su equipo pensaba retirar cuatro toneladas métricas (8.000 libras) de basura de la parte baja de la montaña y otra tonelada (2.200 libras) de la zona aledaña a la cumbre.
Apa ha publicitado desde hace tiempo la degradación de la cordillera Himalaya debido al calentamiento global y otras causas.
Dijo que cuando comenzó sus ascensiones al Everest, el sendero a la cumbre estaba cubierto de hielo y nieve. Ahora está salpicado de rocas desnudas y la fusión del hielo ha expuesto grietas profundas que hacen las expediciones más peligrosas.
Apa se trasladó a Estados Unidos en 2006 y vive en un suburbio de Salt Lake City adiestrando a estudiantes boyscott en tecnicas de alpinismo y montañismo.Apa sherpa profesa el budismo tibetano y ayuda monetariamente a escuelas de niños en katmandu y shering dukpa,nepal occidental.
SOBRE LA IRA.
“Si no hay ira, entonces no
hay enemigos”. La ira es nuestro enemigo real.
Acerca de cómo surge la ira y por qué: ya sea que la ira surja o no mientras
la otra persona está comportándose arrogantemente, siendo irrespetuosa
contigo, no devolviendo tu amabilidad, ignorándote o simplemente porque
la actitud de la persona hacia ti se vuelve repentinamente negativa,
depende de tu modo de pensar en ese momento. Cuando ves su cuerpo, su
habla y su mente cambiar, ya sea que cause el surgimiento de la ira o no,
depende de tu estado mental.
En realidad, no es debido al cambio en la conducta de esa persona, si bien
puede parecer la causa real que te provoque ira. Depende de tu mente. Por
ejemplo, cuando la otra persona está enojada, si en ese momento tu mente
se llena de compasión deseando que esa persona sea libre de los
sufrimientos y los problemas, especialmente si tienes una compasión
pensando: “Quiero hacer que esa persona sea libre de todos sus
problemas”, entonces eso ayuda a tener una mente positiva, a mantener la
mente en paz. Por ejemplo, cuando una persona te pega con un palo, no
hay motivo para enojarse con el palo, ya que está en la mano de la otra
persona. No tiene sentido en absoluto enojarse con eso. Como el palo, la
persona no tiene libertad. La persona es completamente esclava de la ira,
completamente controlada por la ira. Así que esta persona no tiene la más
mínima libertad. La persona está siendo usada por la ira. Ella sólo es el
objeto de la compasión. Así que cuando pensamos de este modo, surge la
compasión, la lástima, deseando que la otra persona sea libre de los
problemas. Por lo tanto generar compasión, especialmente tomando
responsabilidad para liberar a esa persona de la ira, pensando “¿Qué puedo
hacer para ayudar a que esta persona se libere de ser usada como un
esclavo por la ira?” Aun cuando no puedas ayudar ahora, puedes rezar para
poder hacerlo. De este modo, no importa cuán enojada esté ella, no te
afecta: aunque te insulten constantemente. Así que cómo surge la ira no
depende de cómo se comporta la persona.
Pensando en el sufrimiento que soportan, surge la compasión en tu
corazón. Esto te causa tener una mente saludable: ver a la persona sólo
causa que surja la compasión en ti.
En ese momento, sólo quieres ayudar a esa persona. También tener
sabiduría, si meditas en la naturaleza última del yo como vacía, y en esa
persona como vacía, meditando en esta visión de sabiduría-vaciedad,
nuevamente la ira no surge. No importa lo que pueda ocurrir, aunque esa
persona pueda golpearte físicamente, etc., pero con una mente positiva sólo
quieres ayudarla.
Cuando la mente de uno está en un estado de apego, renuncia a los demás
y piensa sólo en uno mismo, sólo trabajando para la felicidad de uno. Esto
no es hablar de trabajar para vidas futuras, trabajar sólo para esta vida.
Entonces lo que esa persona hace en esta vida: ira, palabras hirientes, falta
de respeto, se expresan físicamente con el cuerpo. Lo que el ego quiere es
respeto (como palabras buenas, amor, lo que quiere la mente de uno), pero
lo que uno recibe es lo opuesto al ego y al apego. Entonces surge la ira en
tu mente, ese estado que depende de cómo lo rotules. Si lo rotulas como
eso es malo, eso me hiere. Realmente tu mente positiva, la compasión, no
piensan “me hiere”. Lo que la persona hace me hiere. Si practicas la
paciencia pensando: esta persona me está enseñando paciencia, entonces
gradualmente no hay ira. Sólo el estado de felicidad, así que con este
estado no hay ira. Así que viene mucha paz y felicidad. Porque nunca te
enojas, le das paz a tu familia y a numerosos seres vivos. El modo de
hacerlo es por medio del entrenamiento de la paciencia, dependiendo de
esta persona. Esta persona es tan amable. Especialmente cuando la mente
aprecia la paciencia. Desde el punto de vista de la paciencia, esta persona
sólo es amable.
Con el pensamiento de apego, lo que esta persona lastimó es el ego.
Ponemos una etiqueta negativa diciendo que esto es malo (me lastima).
Con el apego y la ira, vemos a esta persona como hiriente y mala. No sólo
le adherimos una etiqueta, creímos en la etiqueta, lastimando por
consiguiente al apego y al ego. Por consiguiente piensas: “Esto me está
lastimando”. De hecho, esa es sólo una parte de tu mente. Tu mente
también tiene compasión y sabiduría.
Si no pones una etiqueta negativa, la ira no surge. Esto es debido a haber
puesto una etiqueta positiva – la paciencia. Cuando pones una etiqueta
negativa, debido a tu apego, te lastimas. Entonces el enemigo viene de la
propia mente de uno. A causa del apego y la ira, etiquetas “enemigo”, por
lo tanto uno ve a esa persona como a un enemigo.
Así que toda la evolución es de este modo. Ahora estamos llegando al punto
donde surge la ira. Porque quedan improntas negativas en el continium
mental de uno desde un tiempo pasado, esto planta una semilla de ira que
surge nuevamente en el futuro. Como hay tantas improntas que quedan en
el continium mental de uno por la ira pasada. Esta es la causa principal.
Cuando en una situación de tener ira, tal como recibir abuso verbal o falta
de respeto físico, si no aplicas la meditación – la sabiduría meditando sobre
la naturaleza absoluta de la mente, entonces es como encontrarse con un
enemigo sin armas ni protección. En ese momento, la impronta negativa de
la ira pasada surge; a causa de la ira pasada, nuevamente surge la ira. La
meditación entonces se vuelve como tomar medicina. La impronta es la
causa principal, y la misma fuente de esa ira es la ignorancia – la mente
que desconoce la naturaleza del “yo” (sí mismo). Por lo tanto es importante
pensar continuamente que el cuerpo no es el “yo” o sí mismo, incluso la
mente, que no tiene color ni forma (sin forma), y es por naturaleza clara y
conocedora. Ni siquiera la mente es el “yo”.
Esta asociación del cuerpo y la mente no es el “yo”, ese que intenta cesar el
sufrimiento y lograr felicidad. El “yo” no puede ser encontrado desde la
punta de los cabellos hasta los dedos de los pies, en ninguna parte, incluso
dentro del cuerpo. Esto no significa que el “yo” no existe. Ese “yo” que
existe en intentar cesar el sufrimiento y lograr la felicidad, existe como un
fenómeno extremadamente sutil; nunca del modo en que creemos que
existe (como parece ser).
Lo que sea, es completamente otra cosa; nada existe desde su propio lado,
excepto en mero nombre. Esta es la realidad del “yo”. En el cuerpo, este
“yo” nunca está apareciendo de tal modo, sino que aparece como 100%
verdad.
El “yo” que no existe, creer en esto es ignorancia, que es la raíz de la ira y
de los celos.
La ira puede destruir el mundo entero, como Hitler, que no practicó la
paciencia y terminó lastimando a muchos seres sintientes. Así que en el
Buddhismo, la meditación es muy importante, especialmente enfocada en la
compasión y la sabiduría.
viernes, 20 de mayo de 2011
Dondequiera que el honorable Shakyamuni habló, siempre hizo énfasis en la bondad con los animales. Él vio la matanza de animales como algo ajeno al modo de vida budista. Los animales tienen sentimientos - pueden sentir placer y dolor - y tienen también habilidades cognitivas. Los humanos comparten con los animales el miedo a la muerte y el deseo de vivir y reproducir su propia especie. ¿No es instintivo en los animales el resistirse a que les hagan daño? ¿No se esfuerzan por protegerse cuándo se sienten amenazados? ¿No se afligen cuándo sus compañeros o su cría son asesinados? Ellos también tienen un yo espiritual, y cuando se les enfurece o se les aflige, su espíritu clama justicia. Sobre todo cuando un ser humano, que puede pensar, razonar y adoptar una vida pacífica que cobije todas sus acciones, elige ser cruel y matar criaturas indefensas, hay gran sufrimiento. Es tan terrible amar la guerra y rebozarse en cruel desprecio como ser la víctima de tal crueldad. Pero es aquel que peca quien debe afrontar las consecuencias.
Las diez benevolencias.
1. Debemos ser amables con los animales. No podemos matarlos.
2. Debemos respetar la propiedad de otras personas. No se puede robar.
3. Debemos mantener sanos nuestros actos. No puede haber lujuria.
4. Debemos evitar la mentira cuando hablamos. No debemos romper nuestras promesas y debemos ser verdaderos y fidedignos. También, debemos abstenernos de hacer declaraciones vanas, orgullosas o frívolas.
5. Debemos guardar nuestras palabras contra la chismografía y la calumnia y no ocasionar problemas entre las personas.
6. Debemos evitar pronunciar palabras ásperas y hacer declaraciones descorteses o insultantes, o pronunciar blasfemias.
7. Debemos guardar nuestras palabras de lo lascivo y de las expresiones fanfarronas; y otras expresiones vulgares o que estimulen a ello.
8. Debemos ser generosos y cuidarnos de ser ambiciosos.
9. Debemos purgar nuestros corazones del odio y la ira.
10. No debemos pensar mal de las personas.
¿Es posible ser libre?
¿Es posible que nosotros, tal como somos, seres condicionados, moldeados por toda clase de influencias- por la propaganda, por los libros que leemos, el cine, la radio, las revistas, todos haciendo impacto en la mente, moldeándola- vivamos en este mundo completamente libres, no sólo de manera consciente, sino en las raíces mismas de nuestro ser?
Ese, me parece, es el reto, el único problema. Porque si no se es libre, no hay amor, hay celos, ansiedad, miedo, predominio, la búsqueda del placer sexual o de otra índole. Si no se es libre, no se puede ver claramente y no hay sentido de la belleza. Esto no es una mera argumentación para sostener una teoría de que el hombre tiene que ser libre; una teoría así se convierte también en una ideología que igualmente dividirá a las personas. De manera que si para ustedes esa es la cuestión básica, el principal reto de la vida, no se trata entonces de si usted es feliz o desgraciado-eso se vuelve secundario- de si puede vivir en armonía con otros o de si sus creencias y opiniones son más importantes que las del otro. Todas esas cuestiones secundarias serán contestadas si esa cuestión central es comprendida y resuelta completamente, profundamente. Si usted en realidad cree que ese es el reto único en la vida: ver los hechos reales que están a nuestro alrededor y los que están dentro de nosotros; ver los estrechos de mente, mezquinos y pequeños que somos; cómo estamos llenos de ansiedad, de culpabilidad y temor; si se ve que el depender de las ideas, opiniones y juicios de otras personas, que el rendir culto a la opinión pública, el tener héroes y modelos, crea fragmentación y división, si usted mismo ha visto muy claramente todo el mapa de la existencia humana, con sus nacionalidades y guerras, las divisiones de dioses, sacerdotes, e ideologías, el conflicto, la desdicha y el dolor; si usted mismo ve todo esto, no por información de otro, no como una idea, ni como algo a que debe aspirar, entonces hay en usted un completo sentido interno de libertad; entonces no hay miedo a la muerte. J.Krishnamurti.
jueves, 19 de mayo de 2011
Problemas de la Guerra y la Paz Ojai, 1944
Pregunta: Mi hijo fue muerto en la guerra. Tengo otro hijo de doce años y no quiero perderlo a él también en una nueva guerra. ¿Cómo se la podrá evitar?
Krishnamurti: Estoy seguro que esta misma pregunta ha de hacerla toda madre y todo padre a través del mundo. Es un problema universal. Y yo me pregunto, a mi vez, qué precio los padres estarán dispuestos a pagar para impedir otra guerra, para evitar que sus hijos sean asesinados, para impedir estas aterradoras matanzas de hombres; qué quieren exactamente decir cuando afirman que aman a sus hijos, que la guerra debe ser evitada, que tiene que haber fraternidad, que hay que encontrar algún medio de poner fin a todas las guerras.
Para crear nuevas formas de vida tendrá que operarse un cambio revolucionario en nuestro pensar-sentir. Habrá otra gran guerra, forzosamente la habrá, si continuamos pensando en términos de nacionalidades, de prejuicios raciales, de fronteras económicas y sociales. Si cada uno de nosotros considera realmente en el fondo de su corazón, lo que hay que hacer para impedir una nueva guerra. Verá que tiene que dejar de lado toda idea de nacionalidad, la religión particular a que pertenezca, su codicia y su ambición. Si esto no se lleva a efecto, habrá una nueva guerra, pues estos prejuicios y el pertenecer a tal o cual religión son tan sólo expresiones externas de la ignorancia, del egoísmo, de la mala voluntad y de la concupiscencia.
Me responderéis, sin duda, que tomará demasiado tiempo la transformación de cada uno de vosotros y el convencer a todos vuestros semejantes en el mismo sentido; que la sociedad no está preparada para recibir esta idea; que a los políticos no les interesa; que los dirigentes son incapaces de concebir un gobierno o Estado mundial sin soberanías separadas. Diréis probablemente que sólo un proceso evolutivo producirá gradualmente el cambio necesario. Si le respondieseis de ese modo a un padre cuyo hijo está destinado a morir en una nueva conflagración, y si él quiere realmente a su hijo, ¿creéis que hallaría alguna esperanza en este proceso evolutivo gradual? Lo que quiere es salvar a su hijo, y por eso pregunta cuál es el medio más seguro de terminar con todas las guerras. No podrá quedar satisfecho con vuestra teoría de la evolución gradual. ¿Esta teoría evolucionista de la paz progresiva es verdadera o la hemos inventado para racionalizar nuestra pereza, la tendencia egoísta de nuestro pensar-sentir? ¿No es acaso una teoría incompleta, y por lo tanto falsa? Se nos ocurre que tenemos que atravesar todas las etapas: la familia, el grupo, la nación, la sociedad internacional, para alcanzar tan sólo en última instancia la paz. En ello hay una tentativa de justificar nuestro egoísmo y estrechez de miras, nuestro fanatismo y nuestros prejuicios; en vez de eliminar resueltamente el peligro que nos acecha, inventamos una teoría del desarrollo progresivo y a ella le sacrificamos la felicidad de las demás y de nosotros mismos. Si aplicamos nuestra mente y corazón, empero, a curar la enfermedad mortal de la ignorancia y del egoísmo, crearemos un mundo sano y feliz.
No tenemos que pensar y sentir horizontalmente, por así decirlo, sino verticalmente. Veamos lo que ello significa. Hasta ahora y con la idea de que eventualmente se llegará a un paraíso sobre la tierra, nuestro pensamiento ha concebido un proceso gradual de evolución, de lento esclarecimiento a través del tiempo, siguiendo una corriente de conflictos y miserias sin fin, de asesinatos en masa y de treguas llamadas “paz”. ¿Por qué, en vez de pensar y sentir a lo largo de esos senderos horizontales, no habríamos de pensar verticalmente? ¿No podríamos zafarnos de la continuación horizontal del desorden y las luchas, y pensar-sentir de nuevo, alejándonos de todo eso, sin el sentido del tiempo, es decir, verticalmente? Dejando de pensar en términos de evolución, lo cual tiende a racionalizar nuestra pereza y continua postergación, ¿no podríamos pensar-sentir directamente, simplemente? El amor de una madre la lleva a sentir directa y simplemente, pero su egoísmo, su orgullo nacional y otros factores contribuyen a que piense y sienta horizontalmente, en términos de evolución gradual.
El presente es lo eterno; ni el pasado ni el futuro pueden revelarlo Sólo a través del presente se realiza Aquello que es, independientemente del tiempo. Si deseáis realmente salvar de otra guerra a vuestros hijos, y por consiguiente a la humanidad, habréis de pagar el precio que corresponde: dejar de ser codiciosos y mundanos y no tener mala voluntad hacia ningún ser. La concupiscencia, la mala voluntad y la ignorancia, en efecto, engendran conflictos, desorden y antagonismos; nutren el nacionalismo, el orgullo y la tiranía de la máquina. Sólo si estáis dispuestos a libraros de la sensualidad, de la mala voluntad y de la ignorancia, salvaréis a vuestros hijos de una guerra. Para lograr la felicidad del mundo, para poner término a estos asesinatos en masa, tiene que producirse una completa revolución en los espíritus. Ella nos traerá una nueva moral que no se basará en valores sensuales sino en la liberación de toda sensualidad, mundanalidad y ansia de inmortalidad personal.
Pregunta: Yo tenía un hijo que murió en la guerra actual. El no quería morir. Quería vivir para impedir que este horror llegase a repetirse. ¿Tengo yo la culpa de que haya muerto?
Krishnamurti: Todos nosotros tenemos la culpa de que continúen los horrores actuales. Son el resultado externo de nuestra diaria vida interna, de nuestra diaria vida de codicia, mala, voluntad, sensualidad, competencia, afanes adquisitivos y religión especializada. La culpa es de todos los que, entregándose a estas fuerzas, han engendrado esta espantosa calamidad. Es porque somos individualistas, nacionalistas, apasionados, por lo que cada uno ha contribuido a este asesinato en masa. Se os ha enseñado a matar y a morir, pero no a vivir. Si de todo corazón aborrecieseis las matanzas y la violencia en cualquiera de sus formas, encontraríais el medio de vivir pacífica y creadoramente. Si éste fuese vuestro fundamental interés, os pondríais a averiguar dónde están las causas, los instintos, que engendran la violencia, el odio y los asesinatos en masa. ¿Os anima ese interés total y apasionado en suprimir la guerra? Si la respuesta es afirmativa, tendréis que arrancar de vosotros mismos los motivos que inducen a emplear la violencia y a matar no importa la razón que se de para ello. Si deseáis acabar con las guerras, tendrá que producirse una revolución íntima y profunda de tolerancia y compasión; entonces vuestro pensar-sentir tendrá que librarse del patriotismo, de la codicia, de toda identificación con determinados grupos y de todas las causas que engendran enemistad.
Una madre me dijo una vez que el abandono de todas esas cosas no sólo sería extremadamente difícil, sino que provocaría una gran soledad y terrible aislamiento, insoportables para ella. ¿No era ella, entonces, también responsable de estas indescriptibles desgracias? Algunos de vosotros tal vez concuerden con ella; y de ser así, con vuestra pereza e irreflexión estaríais echando leña a la hoguera siempre creciente de la guerra. Si, por el contrario, intentáis seriamente desarraigar de vosotros las causas íntimas de enemistad y violencia, habrá paz y regocijo en vuestro corazón, lo que surtirá inmediato efecto en torno vuestro.
Tenemos que reeducarnos para no asesinar, no liquidarnos los unos a los otros por causa alguna, por más justa que ella parezca para la felicidad futura de la humanidad, ni por ideología alguna por más prometedora que ella sea; nuestra educación no tiene que ser meramente técnica, pues ello inevitablemente engendra crueldad, sino que debe enseñarnos a contentarnos con poco, a ser compasivos y a buscar lo Supremo.
La prevención de estos horrores y destrucciones siempre en aumento depende de cada uno de nosotros; no de tal o cual organización o plan de reforma, ni de ninguna ideología, ni de la invención de mayores instrumentos de destrucción, ni de ningún jefe o dirigente, sino de cada uno de nosotros. No creáis que las guerras no pueden evitarse partiendo de una base tan humilde e insignificante; una piedra puede alterar el curso de un río. Para llegar lejos tenemos que empezar cerca. Para comprender el caos y la miseria mundiales, tendréis que entender vuestra propia confusión y dolor, pues de éstos provienen los más vastos problemas del mundo. Y para entenderos a vosotros mismos tendréis que manteneros constantemente en estado de conciencia alerta y meditativa, lo cual hará surgir a la superficie las causas de violencia y de odio de codicia y ambición; estudiando dichas causas sin identificación, el pensamiento las trascenderá. Nadie, salvo vosotros mismos, puede conduciros a la paz. No hay más jefe ni sistema que pueda poner término a la guerra, a la explotación y a la opresión, que vosotros mismos. Sólo con vuestra reflexión con vuestra compasión y con el despertar de vuestro entendimiento, podrá establecerse la paz y la buena voluntad.
Ojai, 1945 46
Pregunta: Estas guerras monstruosas claman por una paz duradera. Todos hablan ya de una tercera guerra mundial. ¿Ve usted la posibilidad de evitar esta nueva catástrofe?
Krishnamurti: ¿Cómo podemos esperar evitarla cuando los elementos y valores que causan la guerra continúan? ¿Ha producido algún profundo cambio fundamental en el hombre la guerra que apenas acaba de pasar? El imperialismo y la opresión mantienen aún su señorío, tal vez hábilmente disimulado; continúan los estados soberanos separados; las naciones maniobran encaminadas a nuevas posiciones de poder; el fuerte todavía oprime al débil; la elite dirigente explota todavía a los dirigidos; los conflictos sociales y de clases no han cesado; los prejuicios y odios arden por todas partes. Mientras el sacerdocio profesional con sus prejuicios organizados justifique la intolerancia y la liquidación de otro ser por el bien de vuestro país y la protección de vuestros intereses e ideologías, habrá guerra. En tanto que los valores sensorios predominen sobre el valor eterno, habrá guerra.
Lo que vos sois eso es el mundo. Si sois nacionalista, patriota, agresivo, ambicioso, codicioso, sois entonces la causa de conflicto y guerra. Si pertenecéis a alguna particular ideología, a un prejuicio especializado, aun si se le llama religión, seréis entonces la causa de contienda y miseria. Si estáis enredado en valores sensorios habrá entonces ignorancia y confusión. Porque lo que sois es el mundo; vuestro problema es el problema del mundo.
¿Habéis cambiado fundamentalmente a causa de esta catástrofe presente? ¿No seguís llamándoos americano, inglés, indo, alemán y así sucesivamente? ¿No codiciáis todavía posición y poder, posesiones y riquezas? El culto se convierte en hipocresía cuando estáis cultivando las causas de la guerra; vuestras oraciones os conducen a la ilusión si os entregáis en brazos del odio y la mundanalidad. Si no borráis en vos mismo las causas de enemistad, de ambición, de codicia, entonces vuestros dioses son dioses falsos que os llevarán a la miseria. Sólo la buena voluntad y la compasión pueden traer orden y paz al mundo y no los pactos políticos y las conferencias. Debéis pagar el precio de la paz. Debéis pagarlo voluntaria y dichosamente y ese precio es estar libre de concupiscencia y mala voluntad, mundanalidad e ignorancia, prejuicio y odio. Si hubiese tal cambio fundamental en vos, podríais contribuir a la existencia de un mundo pacífico y sano. Para tener paz debéis ser compasivo y reflexivo. Podréis no ser capaces de evitar la Tercera Guerra Mundial, pero podéis libertar vuestro corazón y mente de la violencia y de las causas que producen la enemistad e impiden el amor. Entonces en este mundo de obscuridad habrá algunos que sean puros de corazón y mente y de ellos tal vez venga a nacer la semilla de una cultura verdadera. Purificad vuestro corazón y mente, porque sólo por vuestra vida y acción puede haber paz y orden. No os perdáis y quedéis confusos dentro de las organizaciones, sino manteneos por completo sólo y sencillo. No busquéis meramente evitar la catástrofe, sino más bien que cada uno desarraigue profundamente las causas que alimentan el antagonismo y la contienda.
Problemas Psicológicos Ojai, 1944
Pregunta: ¿Qué hay que hacer para estar libre de algún problema que nos perturba?
Krishnamurti: Para entender cualquier problema es preciso consagrarle de lleno nuestra atención. Tanto la mente consciente, como la inconsciente o profunda, tiene que intervenir en la solución de los problemas; pero casi todos nosotros, infortunadamente, tratamos de resolverlos de un modo superficial, es decir, con esa pequeña parte de la mente que entra en el campo de la “conciencia”, con el intelecto tan sólo. Ahora bien, nuestra conciencia nuestro pensar-sentir - es como un “iceberg” (témpano de hielo marítimo) cuyo mayor volumen se halla bajo la superficie del agua y del que sólo emerge una fracción. Tenemos conocimiento de esa parte superficial, pero es un conocimiento confuso; de la mayor fracción, la profunda e inconsciente, apenas nos damos cuenta. Si alguna noción llegamos a tener de ella, es cuando se torna consciente en sueños o mediante ocasionales insinuaciones; pero unos y otras las traducimos e interpretamos de acuerdo con nuestros prejuicios y con nuestra capacidad intelectual, siempre limitada. De ahí que esas insinuaciones de lo subconsciente pierdan su puro y profundo significado.
Si realmente deseamos entender nuestro problema, debemos empezar por disipar toda confusión en nuestra mente consciente, superficial, pensando en dicho problema y sintiéndolo tan amplia e inteligentemente como nos sea posible, comprensiva y desapasionadamente. Entonces, en este espacio libre de la conciencia abierta y alerta, la mente profunda podrá proyectarse. Cuando el contenido de las múltiples capas de conciencia haya sido de ese modo recogido y asimilado, solo entonces, el problema dejará de ser tal.
Tomemos un ejemplo. La mayoría de nosotros ha sido educada en un espíritu nacionalista. Se nos ha enseñado a amar a nuestra patria en oposición a las demás; a considerar a nuestro pueblo como superior a tal o cual otro, y así sucesivamente. Este orgullo o noción de superioridad se nos inculca en la mente desde la infancia; nosotros lo aceptamos, lo hacemos parte de nuestra vida y lo justificamos. Con esa tenue capa mental que llamamos “mente consciente”, tratamos de entender este problema y su profundo significado. Aceptamos el nacionalismo ante todo por obra de las influencias del ambiente y somos condicionados por ello. Este espíritu nacionalista, asimismo, nutre nuestra vanidad. La afirmación de que pertenecemos a esta o aquella raza o nación alimenta nuestros “egos” pequeños y mezquinos, inflamándolos como el viento infla las velas de los barcos; y así quedamos en disposición de defender nuestro país, matar y hacernos matar por él, por nuestra raza y por nuestra ideología. Identificándonos con lo que consideramos superior a nosotros, esperamos llegar a ser superiores; pero seguimos siendo íntimamente pobres; lo único que brilla como grande y poderoso es la etiqueta. Este espíritu nacionalista sirve fines económicos; y también se le usa, mediante el odio y el miedo, para unir a unos pueblos en contra de otros. Observando, pues, este problema y todo lo que implica percibir sus efectos: guerra, miseria, hambre y confusión. El adorar la parte, que es idólatra, nos hace negar el todo. Y esta negación de la unidad humana engendra tiranías, interminables guerras y brutalidades, divisiones sociales y económicas.
Todo esto lo entendemos intelectualmente, con esa tenue capa mental que denominamos “mente consciente”: pero seguimos prisioneros de la tradición, de la opinión pública, de la conveniencia, del temor y otras cosas más. Hasta que las capas profundas de nuestra mente salgan a luz y sean comprendidas, no nos veremos libres de la enfermedad del nacionalismo.
Al examinar, pues, este problema, hemos despejado la capa superficial de lo consciente para que hacia ella puedan fluir las capas más profundas. Este flujo puede intensificarse mediante un estado de conciencia constantemente alerta: observando cada reacción, cada estímulo que reciba el nacionalismo o cualquier otro mal por el estilo. Cada reacción, por pequeña que sea, tiene que ser pensada y sentida en un modo amplio y profundo. Pronto percibiréis que el problema se disuelve y que el espíritu nacionalista se desvanece. Todos nuestros conflictos y miserias pueden ser entendidos y disueltos de esta forma: aclarar la tenue capa de lo consciente, pensando y sintiendo profundamente el problema tan comprensivamente como sea posible: en esta claridad, en esta quietud comparativa, los motivos profundos, intenciones, temores y demás podrán proyectarse. Examinadlos a medida que aparezcan: estudiadlos y así los entenderéis. De este modo el estorbo, el conflicto, el dolor, total y profundamente comprendidos, quedan disueltos.
Pregunta: ¿Lo que usted enseña es simplemente una forma más de psicología?
Krishnamurti: ¿Qué entiende usted por psicología? ¿Ella es, a su entender, el estudio de la mente humana, de uno mismo? Si no entendemos nuestra propia estructura intima, nuestra psiquis, nuestro sentir y pensar, ¿cómo habremos de entender otras cosas? ¿Cómo podréis saber que lo que pensáis es verdadero, si no tenéis conocimiento alguno de vosotros mismos? Si no os conocéis, no conoceréis la realidad. La psicología no es un fin en sí misma. Es apenas un comienzo. Con el estudio de uno mismo colócanse firmes cimientos para la estructura de la realidad. Es preciso que existan esos cimientos, pero ellos no son la estructura ni un fin en sí mismos. Si no colocáis los verdaderos cimientos, surgirán a la existencia la ignorancia, la ilusión y la superstición, tal como hoy existen en el mundo. Es preciso que coloquéis los verdaderos cimientos con medios correctos. No se puede llegar a lo justo por medios errados. El estudio de sí mismo es tarea sumamente difícil; y sin conocimiento propio y recto pensar, la realidad suprema no es comprensible. Si no sabéis que existen y, por lo mismo, no entendéis la autocontradicción, la confusión y las diferentes capas de la conciencia ¿sobre qué base habréis de edificar? Sin conocimiento propio, todo lo que edificáis, vuestras formulaciones, creencias y esperanzas tendrán escaso significado
Comprenderse a sí mismo requiere alta dosis de desprendimiento y sutileza, perseverancia y penetración; no hacen falta el dogmatismo ni las afirmaciones, la negación ni las comparaciones, todo lo cual conduce al dualismo y a la confusión. Cada cual tiene que ser su propio psicólogo, tener alerta y despierta conciencia de sí mismo, pues sólo en uno mismo está la suma total del conocimiento y la sabiduría. Nadie puede ser perito acerca de vos. Hay que descubrir por sí mismo y de esta manera liberarse. Nadie más que vosotros mismos puede contribuir a libertaros de la ignorancia y del dolor. Cada cual engendra su propio sufrimiento, y el único posible salvador es uno mismo.
Pregunta: ¿Cuál es la fuente del deseo?
Krishnamurti: La percepción, el contacto, la sensación, la necesidad y la identificación causan el deseo. La fuente del deseo es la sensación, tanto en sus más bajas como en sus más altas formas. Y cuanto mayor sea vuestra exigencia de satisfacción sensual mayor será la parte de mundanalidad que busque continuidad en el más allá. Dado que la existencia es sensación, debemos simplemente comprender ésta, no ser sus esclavos: así emanciparemos el pensamiento para que trascendiéndose, se conviertan en pura y alerta conciencia. El deseo de ser satisfechos tiene que producir medios de satisfacción, cueste lo que cueste. Tal exigencia, tal deseo, puede ser observado, estudiado, inteligentemente comprendido y trascendido. Estar esclavizado por el anhelo es ser ignorante y el resultado de ello es el dolor.
Ojai, 1945 46
Pregunta: Durante muchos, muchos años, he luchado con un problema personal. Estoy todavía luchando, ¿qué debo hacer?
Krishnamurti:¿Cuál es el proceso para la comprensión de un problema? Para comprender, la mente-corazón debe descargarse de sus propias acumulaciones, de manera que sea capaz de una percepción recta. Si queréis comprender una pintura moderna, tenéis, si os es posible, que hacer a un lado vuestra preparación clásica, vuestros prejuicios: vuestras respuestas ya educadas. De manera similar, si deseamos comprender un complejo problema psicológico, debemos ser capaces de examinarlo sin ninguna propensión favorable o condenatoria; debemos estar en aptitud de abordarlo con desapasionamiento y frescura.
El que interroga dice que ha estado luchando durante muchos años con su problema. En su lucha el ha acumulado lo que llamaría experiencia, conocimiento, y con esta carga en aumento trata de resolver el problema; de ese modo nunca se ha puesto frente a frente con él, abiertamente, como de nuevo, sino que siempre lo ha abordado con la acumulación de varios años. Es esta memoria acumulada lo que confronta el problema y por tanto no existe su comprensión. El pasado muerto obscurece el siempre vivo presente.
La mayoría de nosotros nos encontramos arrastrados por alguna pasión y somos inconscientes de ello, pero si acaso somos conscientes, generalmente la justificamos o disculpamos. Mas si es una pasión que deseamos trascender, por lo general luchamos con ella, tratamos de conquistarla o suprimirla. Al tratar de vencerla no la hemos comprendido; al tratar de suprimirla no la hemos trascendido. La pasión permanece todavía o ha tomado otra forma que es aún causa de conflicto y dolor. Esta constante y continua lucha no trae comprensión, sino sólo fortalece el conflicto, recargando la mente-corazón con la memoria acumulada. Pero si podemos ahondar profundamente dentro del conflicto y morir a él, enfrentarnos a él como por vez primera, sin el lastre del ayer, entonces podemos comprenderlo. Por estar nuestra mente-corazón alerta y aguda, profundamente consciente y en quietud, el problema se trasciende.
Si podemos abordar nuestro problema sin formular juicios, sin identificación, entonces las causas que yacen detrás de él se revelan. Si hemos de comprender un problema, debemos apartar nuestros deseos, nuestras acumuladas experiencias, nuestros patrones de pensamiento. La dificultad no está en el problema en sí, sino en cómo lo abordamos. Las cicatrices de ayer impiden abordarlo en la forma debida. El condicionamiento traduce el problema de acuerdo con su propio molde, lo cual no libera en forma alguna el pensamiento-sentimiento de la lucha y dolor del problema. Traducir el problema no es comprenderlo; para comprenderlo y así trascenderlo, la interpretación debe cesar. Lo que se comprende plena, completamente, no deja huella como memoria.
Ante un Mundo en Crisis
Problemas del Odio y la Violencia.
Ojai, 1940.
Pregunta: ¿Cuál debería ser mi actitud hacia la violencia?
Krishnamurti: ¿Cesa la violencia por medio de la violencia, el odio por medio del odio? Si me odiáis y en respuesta yo os odio, si actuáis contra mí de un modo violento y de la misma manera actúo yo contra vos, ¿cuál es el resultado?: más violencia, mayor odio, mayor amargura, ¿no es cierto? ¿Hay fuera de ésta alguna otra consecuencia? El odio engendra odio, la mala voluntad engendra mala voluntad. A menudo en nuestras relaciones individuales o sociales, ese espíritu de represalia crea solamente mayor violencia y antagonismo.
El espíritu de venganza anda desenfrenado en el mundo. ¿Sois capaces de tener alguna otra actitud hacia la violencia? Al ser violentos nos sentimos poderosos. Para emplear una frase comercial: produce dividendos mayores y más rápidos el odio. El individuo ha creado la estructura social existente por su odio recóndito, por si deseo de desquitarse y de obrar violentamente. El mundo que nos rodea está en condición febril de odio y de violencia. A causa de su astucia y su fuerza tendenciosa nos veremos fácilmente arrastrados en esa corriente brutal, a menos que nosotros mismos estemos libres del odio. Si estáis libre de él entonces no surge la cuestión de la actitud que deba asumirse hacia sus múltiples expresiones. Si fueseis profundamente conscientes del odio mismo y no meramente de sus expresiones arteras, veríais que el odio sólo engendra odio. Si lo tenéis en vuestro interior responderéis al odio de otro, y puesto que el mundo es vos mismos os veréis obligado a reaccionar a sus temores, ignorancia y codicia. Seguramente estáis prontos a odiar, a ejercer venganza, si vuestro pensamiento está confinado al yo. La codicia y el amor posesivo tienen que incubar mala voluntad, y si el pensamiento no se liberta de ellos, tiene que haber constante acción de odio y violencia. Como he indicado, nuestras creencias y esperanzas son el resultado del anhelo, y cuando sobre ellos lanzamos la duda, brotan el resentimiento y la cólera. Al comprender la causa del odio nacen el perdón y la bondad. La comprensión y el amor surgen a través del estado de percepción lúcida.
Ojai, 1944
Pregunta: ¿Cómo podré emanciparme del odio?
Krishnamurti: Preguntas análogas me han sido hechas con respecto a la ignorancia, la ira, los celos. Al responder a esta pregunta, espero responder también a las otras.
Ningún problema puede ser resuelto en su propio plano, en su propio nivel, tiene que ser entendido, y por lo tanto disuelto, desde un plano diferente y más profundo de abstracción. Si aspiramos tan sólo a emanciparnos del odio suprimiéndolo o tratándolo como cosa molesta y embarazosa, no lo disolveremos; volverá a presentarse una y otra vez en formas diferentes, ya que en ese caso lo habríamos enfrentado desde su propio nivel, limitado y mezquino. Pero si empezamos a entender sus causas intimas y sus efectos externos, tomando con ello nuestro pensar-sentir más amplio y profundo, más sagaz y más claro, el odio desaparecerá de un modo natural, porque estaremos interesados en niveles más importantes y profundos de pensamiento sentimiento.
Si sentimos ira y somos capaces de vencerla, o nos dominamos a nosotros mismos en forma tal que ella no vuelva a surgir, nuestra mente sigue siendo tan pequeña e insensible como antes. ¿Qué habremos ganado con nuestro esfuerzo para no experimentar ira, si nuestro pensar sentir continúa todavía lleno de envidia y de miedo, de estrechez y limitaciones? Podemos librarnos del odio y de la ira, pero si nuestra mente-corazón sigue siendo necia y mezquina suscitará otros problemas y otros antagonismos, lo que hará que el conflicto no tenga fin. Si empezamos, en cambio, a mantener nuestra conciencia despierta y alerta, entendiendo por lo tanto las causas y efectos de la ira, ciertamente ampliaremos nuestro pensar-sentir y lo libraremos de la ignorancia y el conflicto. En ese estado de conciencia alerta empezaremos a descubrir las causas del odio y de la ira, que son el miedo y el afán de protección del “yo” en sus diferentes aspectos. A través de esa conciencia alerta, descubrimos nuestra ira, producida quizás, porque nuestras creencias particulares han sido atacadas; y llevando más a fondo el examen llegamos a preguntarnos si las creencias y los credos son realmente necesarios. Mediante este proceso nos damos más amplia cuenta de todo lo que ello significa; percibimos cómo los dogmas y las ideologías dividen al género humano y dan origen a los antagonismos, a las diversas formas de la crueldad y del absurdo. De modo, pues, que con esta conciencia alerta y expandida, con esta comprensión de lo que la ira significa en el fondo, ella no tarda en desvanecerse; mediante este proceso de autopercepción la mente se vuelve más profunda, más serena, más sabia, y así, las causas del odio y de la ira ya no encuentran cabida. Librando nuestro pensar sentir de la ira y del odio, de la codicia y de la mala voluntad, nace una ternura que es la única cura. A esta dulzura, a esta compasión, no se llega suprimiendo ni substituyendo nada, sino alcanzando el conocimiento propio y el recto pensar.
El protector del Dharma
Los practicante kadampas tienen la tradición de hacer ofrendas y ruegos al Protector del Dharma.
El objetivo de esta práctica es eliminar los obstáculos y proporcionar las condiciones necesarias para su práctica.
El protector del Dharma, Doryhe Shugden.
Un Protector del Dharma es una emanación de un Buda o un Bodhisatva cuya función principal es eliminar los obstáculos internos y externos de los practicantes que les impiden alcanzar realizaciones espirituales y proporcionar las condiciones necesarias para su práctica.
En el Tíbet, cada monasterio tenía un Protector del Dharma, pero esta tradición no se originó en este país. Los antiguos practicantes mahayanas de la India confiaron en los Protectores del Dharma para eliminar sus obstáculos y cumplir sus deseos espirituales.
Aunque hay algunas deidades mundanas que tienen afinidad con el budismo e intentan ayudar a sus seguidores, no son verdaderos Protectores del Dharma. Estas deidades pueden aumentar la riqueza de los practicantes y ayudarles a tener éxito en sus actividades mundanas, pero no tienen la sabiduría ni el poder necesarios para proteger el desarrollo del Dharma en sus mentes.
Este Dharma interno –las experiencias de la gran compasión, la bodhichita, la sabiduría que realiza la vacuidad y demás realizaciones– es lo verdaderamente importante y lo que debe ser protegido, puesto que las condiciones externas son algo secundario. Aunque su motivación sea buena, las deidades mundanas carecen de sabiduría y, por lo tanto, su ayuda externa en realidad interfiere con el logro de auténticas realizaciones espirituales. Si ellas mismas no tienen realizaciones de Dharma, ¿cómo pueden protegerlas?
Por lo tanto, es evidente que todos los Protectores del Dharma son emanaciones de Budas o Bodhisatvas. Aunque estos Protectores tienen gran capacidad para proteger el Budadharma y a los que lo practican, la ayuda que recibamos de ellos dependerá de nuestra fe. Para recibir su protección completa debemos confiar en ellos con devoción firme y continua.
Los Budas se manifestan bajo el aspecto de diferentes Protectores del Dharma, como Mahakala, Kalarupa, Kalindevi y Doryhe Shugden. Desde los tiempos de Yhe Tsongkhapa hasta el primer Panchen Lama, Losang Chokyi Gyaltsen, el principal Protector del Dharma del linaje de Yhe Tsongkhapa era Kalarupa. Sin embargo, más tarde, varios lamas de alto rango se dieron cuenta de que Doryhe Shugden se había convertido en el Protector del Dharma principal de esta tradición.
Desde el punto de vista de su compasión, sabiduría o poder, no existe ninguna diferencia entre los diferente Protectores del Dharma, pero según el karma de los seres sintientes, un Protector del Dharma en particular puede ofrecer más ayuda en un momento determinado.
Podemos comprender esto considerando el ejemplo de Buda Shakyamuni. En el pasado, los seres de este mundo tenían el karma de ver el Cuerpo de Emanación Suprema de Buda Shakyamuni y de recibir enseñanzas directamente de él.
Sin embargo, hoy día no tenemos este karma y, por lo tanto, Buda se manifiesta bajo el aspecto de nuestro Guía Espiritual, nos ayuda con sus enseñanzas y nos guía por el camino espiritual. Por lo tanto, el modo en que Buda nos ayuda cambia dependiendo de nuestro karma, pero su naturaleza siempre es la misma.
Entre los Protectores del Dharma, Mahakala de cuatro rostros, Kalarupa y Doryhe Shugden tienen la misma naturaleza porque los tres son emanaciones de Manyhushri.
No obstante, en la actualidad tenemos una relación kármica más estrecha con Doryhe Shugden que con otros Protectores. Por esta razón, Morchen Doryhechang Kunga Lhundrup, un respetado maestro realizado de la Tradición Sakya, dijo a sus discípulos: «Ahora es el momento de confiar en Doryhe Shugden». En numerosas ocasiones repitió este consejo para animar a sus seguidores a generar fe en la práctica de Doryhe Shugden. Nosotros también debemos seguir su consejo y ponerlo en práctica con sinceridad. No dijo que confiáramos en otros Protectores del Dharma, sino en Doryhe Shugden. Muchos lamas Sakyas y monasterios de esta tradición confían con sinceridad en Doryhe Shugden.
En los últimos tiempos, la persona responsable de difundir la práctica de Doryhe Shugden era el fallecido Triyhang Doryhechang, Guru raíz de muchos practicantes gelugpas, desde modestos novicios hasta lamas de alto rango. Animó a sus discípulos a confiar en Doryhe Shugden y en numerosas ocasiones concedió las iniciaciones.
Incluso cuando ya era muy anciano, para evitar que la práctica de Doryhe Shugden degenerara, escribió un extenso texto titulado Sinfonía que deleita a un océano de Conquistadores, que es un comentario a la alabanza a Doryhe Shugden titulada Eones infinitos, de Tagpo Kelsang Khedrub Rimpoché.
Naturaleza y función del Protector del Dharma
Algunas personas piensan que Doryhe Shugden es una emanación de Manyhushri que se manifiesta bajo un aspecto mundano, pero esto no es cierto. En realidad, la forma de Doryhe Shugden revela las etapas completas del camino del sutra y del tantra, lo cual no ocurre con los seres mundanos.
Doryhe Shugden aparece como un monje con la ordenación completa para mostrar que la práctica de la disciplina moral es imprescindible para alcanzar la iluminación. Con su mano derecha sostiene un corazón que simboliza las mentes de gran compasión y del gozo espontáneo –la esencia de todas las etapas del camino de la vastedad del sutra y del tantra–.
Su sombrero amarillo redondo representa la visión de Nagaryhuna, y con la espada de sabiduría que empuña con su mano derecha nos anima a cortar la ignorancia, la raíz del samsara, con la hoja afilada de la visión de Nagaryhuna. Esta es la esencia de todas las etapas del camino de la profundidad del sutra y del tantra.
Doryhe Shugden monta sobre un león blanco, símbolo de las cuatro valentías de un Buda, y tiene una mangosta que vomita joyas sobre su brazo izquierdo indicando su poder para conceder riquezas a aquellos que confían en él. El ojo en su frente simboliza su sabiduría omnisciente que percibe de manera directa y simultánea todos los fenómenos del pasado, presente y futuro.
Su expresión airada significa que elimina la ignorancia, el verdadero enemigo de todos los seres sintientes, al bendecirlos con su gran sabiduría, y también los obstáculos de los practicantes sinceros de Dharma.
Beneficios de confiar en Doryhe Shugden
Si conocemos bien la naturaleza y funciones de Doryhe Shugden, podremos comprender los beneficios de confiar en él. Doryhe Shugden siempre asiste, guía y protege a los practicantes sinceros, concediéndoles bendiciones, aumentando su sabiduría, colmando sus deseos y ayudándoles a tener éxito en sus actividades espirituales.
Este Protector no favorece sólo a los kadampas. Puesto que es un Buda, ayuda a todos los seres sintientes aunque no sean budistas. El sol beneficia incluso a las personas ciegas, dándoles calor y haciendo madurar las cosechas de les proporcionan alimentos, pero si recobraran la vista, ¡cuántos más beneficios recibirían!
Del mismo modo, aunque Doryhe Shugden también protege a los que no se esfuerzan por confiar en él, cuando abrimos los ojos de nuestra fe y confiamos en él con sinceridad, poco a poco nos damos cuenta de la ayuda que recibimos de él.
Si deseamos de verdad disfrutar de los beneficios de confiar en Doryhe Shugden, debemos hacerlo durante mucho tiempo mejorando en todo momento nuestra relación con él. De este modo, comenzaremos a notar su beneficiosa influencia en nuestras vidas.
Hemos de tener en cuenta que la función principal de un Protector del Dharma no es ayudarnos a alcanzar objetivos mundanos, sino proteger nuestro adiestramiento espiritual. Por lo tanto, no debemos desanimarnos si no nos volvemos ricos de repente, puesto que las riquezas no siempre contribuyen al desarrollo espiritual y pueden convertirse en una gran distracción.
Si confiamos con sinceridad en Doryhe Shugden, reunirá las condiciones necesarias para nuestra práctica de Dharma, pero es posible que no sean las que nosotros deseamos. Doryhe Shugden bendecirá nuestra mente para que podamos transformar las situaciones difíciles en el camino espiritual y abrirá nuestros ojos de la sabiduría para tomar las decisiones correctas.
Cánones del budismo es una serie o conjunto de escritos propios del budismo
Dentro del budismo no existe la noción de libro sagrado inalterable como en el cristianismo o Islam. Tampoco la creencia de que la verdad sea una revelación divina inalterable. De ahí que al hablar de canon budista se debe tener cuidado. En el budismo el canon es considerado como la base de escritos de una escuela o grupo determinado que estructura la forma de tratar ciertos temas generales o específicos del budismo y debe ser comentado críticamente. Históricamente las escuelas budistas muchas veces producían traslados de sus respectivos cánones.
En la actualidad el budismo tiene tres cánones que corresponden aproximadamente a las tres grandes escuelas del budismo. El canon Pali asociada al Theravāda, el canon Chino que recopila los principales escritos del Mahāyāna y el canon Tibetano que es la base del Vajrayāna. Los dos últimos juntan una serie de escritos de las escuelas del mahayana y otras tradiciones anteriores ya extintas.
El canon budista, siguiendo el modelo del canon Pali, se divide en tres partes. La primera recopila las enseñanzas del Buda, o Dharma, así como escritos relacionados con sus anteriores vidas y relatos de su vida. Estos escritos formaron parte de la tradición oral hasta su fijación en escritura, siendo el Sutta-pitaka (cesto de los discursos) la colección de textos más antigua disponible. Un segundo grupo corresponde a las reglas y normas del Sangha (la orden de monjes y monjas). Éste contiene todos los textos relacionados con las reglas de la orden, así como los comentarios que explican dichas normas. Un tercer conjunto de escritos corresponde al comentario sobre aspectos doctrinales del budismo. Muchos de éstos son exploraciones filosóficas sobre temas planteados por los discursos del Buda, así como teorías psicológicas y epistemológicas derivadas de dichos comentarios. También se compone de manuales de enseñanza de las técnicas de meditación, así como sus comentarios. Este tercer grupo de escritos es de fecha reciente y en general le otorga un alto grado de diferenciación a los distintos grupos budistas.
Lista de los Cánones
Canon Pāli
Tipitaka, Tres Cestos, en pāḷi. El número de volúmenes según la Edición PTS (Pali Text Society). Redacto en pāḷi.
A) Sutta-pitaka (Cesto de Discursos)
1. Digha Nikaya Colección de 34 (Discursos) Largos - 3 vols.
2. Majjhima Nikaya Colección de 150 (Discursos) Medios - 3 vols
3. Samyutta Nikaya Colección de 7762 (Discursos) Relacionados – agrupamiento por materias en 56 secciones (samyuttas) - 5 vols
4. Anguttara Nikaya Colección de 9950 (Discursos) sobre Un Solo Tema en Orden Ascendente - 5 vols
5. Khuddaka Nikaya Colección miscelánea – 15 textos pequeños en 20 vols
o Khuddaka- patha Lecturas Breves
o Dhammapada Versos sobre el Dhamma
o Udana
o Itivuttaka Tal y Como se Dijo
o Sutta-nipata Conjunto de Discursos
o Vimana-vatthu Historia sobre las Mansiones
o Peta-vatthu Historia de difuntos
o Thera-gatha Versos de los Ancianos
o Theri-gatha Versos de las Ancianas
o Jataka Historias sobre nacimientos – 6 vols
o Niddesa Comentario
o Patisambhida-magga – 2 vols
o Apadana Relatos
o Buddhavamsa Crónica de los Budas
o Cariya-pitaka Cesto de la Conducta
B) Vinaya-pitaka (Cesto de la Disciplina (Monástica)– 6 vols)
1. Sutta-vibhanga Clase de reglas
o Maha-vibhanga reglas para monjes
o Bhikkhuni-vibhanga reglas para monjas
2. Khandhaka Secciones
3. Mahavagga
4. Cullavagga
5. Parivara Accesorios
C) Adhidhamma pitaka (Cesto de Enseñanzas Adicionales - 7 textos en 13 vols).
1. Dhama-sangani Enumeración de Dhammas
2. Vibhanga Libro de Análisis
3. Dhatu-katha Discurso sobre los Elementos
4. Puggala-paññatti Concepto de Personas
5. Katha-vatthu Puntos de controversia
6. Yamaka Pares
7. Patthana Relaciones Condicionales
Canon Chino
Denominado Ta-ts’ang-ching, en chino Deposito de Escrituras Mayores. Redactado en chino, en su mayoría son traducciones de textos en sánscrito u otra lengua de la India. Según la edición estándar moderna de Taisho Daizokyo (Japón) 1924-1929, 55 volúmenes (2184 textos), más un suplemento de 45 volúmenes.
1. Traducciones de los Agamas (equivale a los 4 primeros Nikayas palis y parte del quinto) y de los Jatakas – 219 textos en 4 vols.
2. Traducciones de Sutras mahayana – 627 textos en 13 vols.
3. Traducciones de tantras – 527 textos en 4vols
4. Traducciones de diversos vinayas tempranos (sobre disciplina monástica) – 86 textos en 3 vols.
5. Traducciones de comentarios sobre los Agamas y los sutras mahayana – 31 textos en 3 vols
6. Traducciones de varios Abhidharmas tempranos – 28 textos en 4 vols.
7. Traducciones de Sastras o Tratados del madhyamaka, yogacara y otros – 129 textos en 3 vols.
8. Comentarios chinos sobre los sutras, el vinya y los sastras – 12 vols
9. Obras de escuelas chinas – 5 vols.
10. Historias y biografías – 95 textos en 4 vols.
11. Enciclopedias, diccionarios y doctrinas no budistas (hindú, maniquea y cristiana nosteriana) y catálogos de varios cánones chinos – 64 textos en 3 vols.
Canon Tibetano
Se divide en el Kangyur y Tengyur. se compone de traducciones de textos chinos y de la India, y textos en tibetano
Kangyur, Traducción de la Palabra del Buda – 98 volúmenes de acuerdo a la edición estándar para el Kangyur es la Narthang de 1731
1. Vinaya (Disciplina Monástica) – 21 volúmenes
2. Prajñāpāramitā Perfección de Sabiduría – 21 volúmenes
3. Avatamsaka – 6 volúmenes
4. Ratnakuta – 6 volúmenes
5. Sutra – 30 volúmenes, 270 textos (75% son Mahayana y 25% son Hinayana)
6. Tantra – 22 volúmenes, más de 300 textos
Tengyur, Traducción de los Tratados – 224 volúmenes, 3626 textos de acuerdo a la edición estándar para el Tengyur que es la de Beijing de 1411.
1. Stotras, o himnos de alabanza – 1 volumen, 64 textos
2. Comentarios sobre los tantras – 86 volúmenes, 3055 textos
3. Otros Comentarios o tratados – 137 volúmenes, 567 textos
o Comentarios sobre el sutras de la Perfección de la Sabiduría – 16 volúmenes
o Comentarios sobre el sutras sobre el Vinaya -
o Tratados madhyamakas – 29 volúmenes
o Tratados yogacaras – 29 volúmenes
o Comentarios vinayas – 29 volúmenes
o Obras de Abhidharma – 8 volúmenes
o Cuentos y dramas – 4 volúmenes
o Tratados técnicos (sobre temas como lógica, medicina, gramática y química) 43 volúmenes
o Obras varias – 4 volúmenes
Lista de otros escritos
Textos no canónicos theravada importantes
• Milindapanha (preguntas del rey Milinda)
• Visuddhinagga (Camino de la purificación)
Escritos mahāyāna básicos
• Saddharmapundarika Sūtra (del sánscrito, 'Sūtra del Loto de la buena ley'),
• Vimalakirti Sūtra
• Saddharmapundarika Sūtra (Sutra de la Guirnalda)
• Lankavatara Sūtra (Sūtra del descenso del Buda a Sri Lanka)
• Prajñāpāramitā (Sūtra de la Gran Sabiduría o Perfección de la Sabiduría)
• Vajracchedika Sūtra (del sánscrito, 'Sūtra del cortador de diamante')
• Prajñāpāramitā Sūtra (nombre completo, sūtra del corazón de la perfección de la sabiduría),
• Avatamsaka Sūtra, nombre completo, el Sūtra Mahāvaipulya-Buddhaavatamsaka ('El gran e inmenso sutra de la guirnalda de Buda'),
o Gandavyuha Sūtra
o Dashabhumika Sūtra
o Amitayurdyhana Sūtra
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