domingo, 8 de agosto de 2010

Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra orilla. La mayoría solamente suben y bajan por la misma orilla. Pero aquellos que obran rectamente de acuerdo con la enseñanza, que está bien establecida, cruzan más allá de las pasiones y alcanzan el Nibbana. Viniendo desde el hogar al estado sin hogar, que el hombre sabio abandone los estados de ofuscación y cultive la lucidez. Por difícil que resulte, que busque el deleitamiento y el disfrute en el desapego. Superando los placeres sensuales, sin impedimentos, el sabio se libra a sí mismo de las impurezas de la mente. Aquellos que perfeccionan sus mentes en los factores de Iluminación, sin ataduras, deleitándose en el abandono de la avidez, esos, libres de corrupción, esclarecidos, alcanzan el Nibbana incluso en este mundo.

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