lunes, 2 de agosto de 2010


Durante muchas vidas hemos ignorado nuestro potencial para despertar y hemos seguido en cambio las demandas de nuestro ego. Hay un momento, sin embargo, en que llega a ser claro que nuestros anhelos egoístas nos han conducido sólo al aburrimiento, la ansiedad y la frustración. Entonces, podemos empezar a mirar por satisfacciones más perdurables, y esa búsqueda puede conducirnos al Dharma, las enseñanzas de Buda.

Porque nos hacemos innumerables expectaciones del Dharma, es fácil perder interés cuando no hay resultados inmediatos. Descubrimos que se necesita esfuerzo para perseverar en el camino de la iluminación, somos persuadidos fácilmente de nuestra búsqueda por amigos, por la familia y por nuestros propios deseos. Es fácil quedar cogido entre nuestros deseos por disfrutar y nuestros intentos por seguir las enseñanzas y fortalecer nuestra práctica. Por esta razón, una vez que encontramos una enseñanza que puede ayudarnos, es importante que nos quedemos con ella, que nos sumerjamos en el Dharma tanto como podamos. Haciendo esto hacemos realidad la verdadera naturaleza de las enseñanzas, y encontramos que el Dharma es un camino de vida en el cual los deseos egoístas no tienen significado ni atracción.

Seguir el Dharma toma tiempo, paciencia, esfuerzo y disciplina. Hay que desarrollar comprensión y habilidad en la meditación. Comprender que el verdadero poder es la habilidad de controlar nuestra mente y nuestras emociones. Y que eso sólo puede ser alcanzado por medio de nuestros propios esfuerzos.

Debido a que la real experiencia de iluminación puede venir solamente a través de nuestras propias acciones, debemos hacer que todas nuestras acciones contribuyan a nuestro crecimiento. Aún las actividades ordinarias, tales como trabajar en la cocina o en una fábrica, ofrecen una oportunidad para desarrollar nuestro “darnos cuenta” y nuestra voluntariosidad por servir a otros. Nunca falta una oportunidad para evaluarnos nosotros mismos, enfrentarnos con nosotros mismos, ser honestos y sinceros. Empieza a surgir en nuestros corazones una verdadera devoción, confianza y aceptación. Más tarde, cuando debemos enfrentar situaciones difíciles, no olvidaremos las enseñanzas de nuestra comprensión interna; estas dificultades se volverán nuevas oportunidades para crecer y despertar interiormente.

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