viernes, 30 de julio de 2010

Debemos combinar la práctica de las seis perfecciones con nuestras actividades diarias. Hay cuatro maneras de practicar la generosidad: dando objetos materiales a los necesitados, impartiendo enseñanzas espirituales o dando buenos consejos, ofreciendo protección a los que estén en peligro o ayudando a los que se encuentren en situaciones difíciles, y dando amor. Podemos practicar estas clases de generosidad con las personas más cercanas, como familiares, amigos, compañeros, etc. Si nos habituamos a estas acciones, transformaremos nuestras actividades diarias en el camino espiritual. Aunque trabajamos sin descanso para acumular posesiones materiales, si alguien nos preguntara: «¿Qué vas a hacer al final de tu vida con todas tus posesiones?», la única respuesta cierta sería que las dejaremos atrás. En El camino gozoso de buena fortuna relato la historia de una persona que se encontró con un hombre que estaba labrando una gran roca. Sorprendida, le preguntó: «¿Qué haces?», y el hombre contestó: «Estoy haciendo esta roca cuadrada». «¿Y qué vas a hacer luego con ella?». «¡Dejarla aquí!». Podemos compararnos con este picapedrero. Nos pasamos la vida trabajando duro para acumular posesiones y sentir que realmente son nuestras, pero al final hemos de morir dejándolo todo atrás. La riqueza material no tiene sentido ni esencia. Milarepa dijo que el único propósito de poseer riquezas es practicar la generosidad. El dinero sólo tiene significado si se utiliza para ofrecerlo a los demás. Puesto que una causa y su efecto son similares, si somos generosos en esta vida y ofrecemos objetos materiales a los demás, crearemos la causa para recibirlos nosotros mismos en el futuro. Por lo tanto, nos enriqueceremos con facilidad y no tendremos que experimentar pobreza.

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