Buda tuvo todo lo deseable en la vida de una persona… Sin embargo, llegado un punto en su vida, decidió desprenderse de ello para hallar -en soledad y con la única ayuda de su discernimiento- la verdadera riqueza que diera sentido y plenitud a su vida.
Y se dedicó a profundizar en la meditación durante años, abierto a las experiencias que a bien tuviera enseñarle la existencia… Y así, llegó un amanecer en que, según cuenta la historia, se iluminó, siendo testigo de su despertar el árbol que le brindaba compañía y cobijo… Tras iluminarse, se dedicó -durante más de cuarenta años, hasta su muerte- a ayudar a quienes aspiraban alcanzar el estado de plena consciencia.
Buda agrupó en ocho las vías con que el falso “yo” intenta capturar nuestra energía por medio de la atención y confundirnos al hacernos creer que habla en nombre del ser que nos anima.
Cuando buscamos alabanza o sentimos culpa…habla el falso yo
Cuando tememos la pérdida o ansiamos el logro…habla el falso yo
Cuando buscamos el placer y huimos del dolor…habla el falso yo
Cuando anhelamos la reputación y nos atenaza la vergüenza…habla el falso yo
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