domingo, 28 de marzo de 2010

Renuncia

La renuncia no es el deseo de abandonar la familia, los amigos, el trabajo, el hogar, etcétera, para convertirnos en un mendigo, sino la mente que busca la liberación de los renacimientos contaminados y cuya función es eliminar el apego a los placeres mundanos. Debemos aprender a eliminar el apego con la práctica de la renuncia o de lo contrario se convertirá en un gran obstáculo para nuestro adiestramiento espiritual. Al igual que un pájaro no puede volar con piedras atadas a las patas, nosotros tampoco podemos progresar en el camino espiritual amarrados por las cadenas del apego. Ahora es el momento de practicar la renuncia, antes de que nos sorprenda la muerte. Debemos reducir nuestro apego a los placeres mundanos comprendiendo que son engañosos y no nos proporcionan verdadera satisfacción. En realidad, solo nos causan sufrimiento. Puesto que esta vida humana con todas sus dificultades nos ofrece la gran oportunidad de mejorar nuestra renuncia y compasión, no debemos desperdiciarla. La realización de la renuncia es la puerta del camino espiritual que nos conduce a la liberación o nirvana. Sin ella no es posible entrar en este camino y mucho menos recorrerlo. Para generar y aumentar nuestra renuncia, debemos reflexionar una y otra vez del siguiente modo: Debido a que mi consciencia no tiene principio, he renacido innumerables veces en el samsara. He tenido infinidad de cuerpos; si los amontonara, cubrirían todo el mundo, y si recogiera su sangre y demás fluidos, formarían un gran océano. He sufrido tanto en mis vidas pasadas que con las lágrimas que he derramado podría formarse otro océano. En cada una de mis vidas he experimentado los sufrimientos producidos por las enfermedades, el envejecimiento, la muerte, tener que separarme de los seres queridos y no poder satisfacer mis deseos. Si no alcanzo ahora la liberación permanente del sufrimiento, tendré que experimentar de nuevo estos sufrimientos en incontables vidas futuras. Contemplamos estos razonamientos hasta que desde lo más profundo de nuestro corazón decidamos abandonar el apego a los placeres del samsara y alcanzar la liberación permanente de los renacimientos contaminados. Si ponemos en práctica esta determinación, podremos controlar el apego y solucionar nuestros problemas diarios.

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