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domingo, 28 de marzo de 2010
La espiritualidad y cómo practicarla
Todos buscamos algo y no sabemos realmente qué es. Todos queremos encontrar alguna cosa, aunque no sabemos muy bien qué, y como todos buscamos, vamos a distintos centros y buscamos distintas personas y distintas terapias y sentimos que necesitamos encontrar algo que no tenemos. Y a pesar de estar constantemente buscando, a veces parece que lo hemos encontrado, pero dura poco.
Al cabo de un cierto tiempo de tener esa sensación temporal de satisfacción, como no dura, de nuevo buscamos otra cosa. Es como si tuviéramos que reafirmarnos con cierta regularidad.
Se ha investigado no hace mucho tiempo, -y me resulta muy interesante ese estudio porque tiene que ver con la identidad personal de uno mismo- cómo te ves cuando te reconoces a ti mismo. Se ha realizado el estudio en dos grupos, hombres y mujeres, y preguntaban a las mujeres cuántas veces al día tenían que mirarse al espejo para contentarse con su imagen: de 50 a 60 veces al día para asegurarse de que su imagen seguía bien. Aunque pocos hombres se miraban al espejo de 50 a 60 veces al día, se descubrió que la mayoría usaban el espejo unas 30 veces al día. Es constante el tener que levantarse y sentarse o moverse; cada vez que te cambias te reafirma ver que sigues igual que cuando te arreglaste. No es bastante maquillarse una vez al día o peinarse sólo por la mañana. La imagen que quieres dar constituye una parte muy importante.
Y hay cierta similitud con aquellos que buscan en el budismo o los que buscan nuevas ideas espirituales, porque aunque hayamos entendido algo en alguna ocasión, no nos satisface y tenemos que seguir buscando e ir a otro lugar para asegurarnos de que ese conocimiento espiritual que hemos adquirido es el correcto. Así que la búsqueda es constante también en lo espiritual.
A la gente le resulta difícil comprender qué es espiritual y qué no lo es. Creo que lo espiritual es la verdad, la realidad de la verdad y cómo encontrarla en ti mismo. Sin embargo, no nos interesa demasiado esa realidad: buscar en nuestro interior. Y en cuanto a la auténtica verdad, tampoco parece muy fácil afrontar la verdadera realidad. Creo que nos gusta más mantener nuestro ego; la realidad no nos es muy útil. Por supuesto que si hablamos de la verdad relativa y la verdad absoluta, lo que pensamos que es verdad, la experiencia, no lo es y lo que parece falso no es tan diferente.
No obstante, desde un plano más cotidiano podemos decir fácilmente qué es verdadero y qué es falso según lo que creemos a nivel espiritual acerca de lo bueno y lo malo. En general lo falso, quizá no siempre pero la mayoría de las veces, es aquello que está basado y relacionado con el propio ego. Éste a veces es útil, pero en la mayoría de ocasiones no es verdadero ni provechoso, no es realmente útil. Podemos llamar verdad o verdadero a lo que es útil y se basa menos en el ego, y está menos condicionado por una noción rígida de nuestro ego. Así pues, tener menos ego es más útil y poseer más ego da más rigidez y tiene menos utilidad.
El camino o la práctica espiritual tiene que ver con la comprensión, con adquirir comprensión; no con incrementar nuestro ego. No quiero decir que tengamos que erradicar completamente nuestro ego, sino más bien procurar o conseguir que no interfiera en la vida de los demás ni tampoco en la nuestra. No se trata de deshacernos del ego, sino de ser más considerado. Aunque tengas ego, úsalo correctamente.
A menudo oímos decir a las personas: "Yo no puedo ser espiritual porque soy muy mala persona" o bien: "no puedo ser un practicante porque no tengo tiempo". De manera que marcamos una división muy tajante, muy rígida entre nosotros y nuestras acciones y por eso pensamos que somos malas personas y no podemos ser espirituales. La espiritualidad no significa que tengamos que ser personas completamente puras.
Aunque alguien sea malo, hay una parte de bondad y, por tanto, un camino a seguir porque hay una semilla de bondad. Y cuando uno dice que no tiene tiempo de practicar y por lo tanto, no puede ser un practicante, esto tampoco es así, ya que no se trata necesariamente de estar siempre sentado recitando plegarias y haciendo prácticas en algún lugar. Este tipo de actividad es una parte del camino, pero lo más importante tiene que ver con nuestra mente, con uno mismo.
Todos aquellos que tienen mente, pueden cultivar la espiritualidad. Un solo pensamiento positivo es la base para el desarrollo espiritual. A veces nos sentimos deprimidos y creemos que somos tan malos, que no hay nada bueno en nosotros y nos deprimimos aún más, pues pensamos que no practicamos nada, pero si nos analizamos minuciosamente, aunque a lo largo del día tengamos muchos pensamientos negativos hacia nosotros mismos y para los demás, de vez en cuando aparecen una serie de cosas buenas; por ejemplo, a lo mejor estamos muy enfadados con alguien, pero de pronto vemos a una persona cargada y pensamos en ayudarla a trajinar un peso. Quizá dura sólo unos segundos y continuemos deprimidos, pero luego pensamos en ofrecerle una taza de té. Y eso es también positivo. No hay nadie que constantemente tenga sólo pensamientos negativos.
Dentro de lo negativo, siempre hay uno o dos pensamientos positivos. Por otra parte, puede haber personas que crean que hacen todo lo correcto, que son tan buenas, que no tienen malos sentimientos hacia otros, pero puede que a lo largo del día les surja uno o dos pensamiento negativos y piensen: "Uf, estoy demasiado cansado, no tengo ganas de ayudar a esa persona a llevar las bolsas" o bien "Uf, ahora estoy muy cansado para hacerle un té, pero si le apetece, ¡que se lo haga ella!" Por tanto, no hay personas positivas al cien por cien o personas totalmente negativas y nada más. Y en nuestras manos está qué queremos cultivar. Depende de nuestra atención que crezcan y se acumulen en nosotros los aspectos positivos o los negativos.
Creo que la práctica no debería ser algo para beneficiar a otros, sino que debe entenderse que es para cada uno de nosotros. El modo de practicar no debería depender mucho de formas externas, sino que ha de llevarse a nuestro interior. No se trata de cuántas plegarias has recitado hoy ni de la práctica formal, sino de trabajar con tus emociones, contigo y con el presente, con tu experiencia de lo que te ocurre y hacerlo con atención. Si actúas así, mantienes la práctica todo el tiempo y no te alejas de ella; pero si centramos nuestro desarrollo espiritual sólo en el aspecto externo, en prácticas ceremoniales, entonces, por supuesto, será muy difícil de encontrarlo en nuestra vida moderna y además se tardará mucho más en conseguir algo.
Debemos llevar la práctica a nuestra vida. Pienso que la práctica es un modo de vida y que la hacemos en nuestro propio beneficio. En el océano hay mamíferos enormes como las ballenas que no tienen movimientos muy rápidos, pero no han de quedarse quietas en un lugar para comerse un pez. Cuando abren la boca y se mueven, todos los peces van al estómago y no tiene que ir a buscarlos. Todo lo que les entra, lo digiere su estómago. Nosotros deberíamos hacer algo similar: que nuestra práctica sea un modo de vida. Si no, somos como el pescador que tiene que ir a comprar una caña y material especial para cierto tipo de pez y encontrar cierto tipo de gusanos para pescar otra clase de pez, y se ha de instalar en un sitio y esperar allí cuatro o cinco horas para conseguir un único pez, y a veces ni siquiera eso. Así, desperdicia todo su tiempo. Si haces de la práctica una forma de vida, puede que pierdas menos el tiempo. Creo que los practicantes del dharma son como los pescadores, en el sentido de que consideran la práctica como ir a pescar. Cuando uno actúa así, piensa: "este es un pez tipo arco-iris" o "éste es de otra clase", "éste no tiene buen sabor" o "éste es distinto y quizá tenga mejor sabor". Entonces se basan mucho en el sabor y dicen "esto es zen y puede que no convenga" o "esto es teravada y quizá no sea muy bueno", "esto es mahayana, vajrayana..." Al final no tienen nada y pierden todas las posibilidades. Intentan pescar algo y acaban sin ningún pez. Sin embargo, no importa realmente a qué tipo de escuela pertenecemos, siempre que nos sea provechosa, que trabaje con nuestra mente, ya sea zen, teravada, vajrayana, mahamudra o dzogchen. Si intentamos pescar para llenar el estómago, no importa realmente si el pez es arco iris o no; el propósito es alimentarse y de eso se trata. El dharma es práctica, no es sólo un nombre. No debería ser algo muy elaborado y tiene que practicarse en nosotros, para nosotros, no para los demás.
La enseñanza principal de Buda consiste en domar nuestra mente, examinarla, ver lo bueno y lo malo, qué sucede con ella, reconocerla. Y eso algo es algo que no pueden hacer los demás por nosotros. A veces la gente viene a verme y preguntan: "¿puede decirme cuál es el estado de mi salud?" ¡Cómo voy a saberlo yo! Tú deberías saber si tienes buena o mala salud; es una pérdida de tiempo preguntarle a alguien, porque tú has convivido contigo mismo desde que naciste hasta ahora, cada día. En cambio, yo te conozco sólo durante uno o dos minutos, así que ¿cómo voy a saber si tienes buena o mala salud? El dharma es parecido: debemos aplicarlo con regularidad, no que lo haga el maestro por nosotros. El maestro no puede mejorar nuestra mente, aunque sí aconsejarnos, guiarnos, pero somos nosotros quienes hemos de tratar con nuestra mente cada día de nuestra vida. Por lo tanto, es muy importante practicar el dharma con regularidad, todo el tiempo. Si practicamos sólo una vez al año, no podemos progresar.
No deberíamos emitir juicios teniendo en cuenta cuántos años se ha practicado y pensar que si llevamos 20 años, ahora ya debemos ser muy sabios o si alguien se ha pasado muchos años en retiro, tiene que ser una persona excelente. Sin embargo, el tiempo que uno lleva practicando no tiene nada que ver con su evolución; si no somos capaces de aplicar el dharma cada día de nuestra vida, no hay forma de mejorar, si nos ponemos una o dos veces al año, no obtendremos mucho provecho.
Por lo tanto, si de verdad deseas cambiar algo en tu vida para que sea más positiva, te has de responsabilizar y aplicar todo el tiempo lo positivo, cada día. Además, todas las personas tienen sus pautas kármicas y si alguien tiene un karma positivo, aunque no practique mucho, quizá su semilla es lo bastante buena y necesite esforzarse muy poco; pero si tiene una semilla kármica mala, puede que tarde muchos años o toda una vida en notar algún progreso y parezca que no lo hay. Sin embargo, eso no significa que no se haya mejorado; si se comprende totalmente la causa y el resultado del karma, ése es un gran avance. Muchas veces estos progresos no son visibles de modo superficial, por eso no se deberían juzgar. Siempre tenemos que hacer todo lo posible por respetar a los demás y no emitir demasiados juicios porque todos tenemos que experimentar nuestras pautas kármicas.
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