Un Espacio dedicado a compartir ideas e impresiones sobre temáticas orientales.
martes, 24 de agosto de 2010
lunes, 23 de agosto de 2010
viernes, 20 de agosto de 2010
La Escuela Nyingma
El Linaje de la Escuela Nyingma fue fundado en el Tibet a mediados del Siglo
VII por los tres pilares del budismo tibetano: Guru Padmasambhava, Khenpo
Santarakshita y el Rey Trisrong Deutsen. Incluye las nueve sendas que enseñó
el Buda Shakyamuni, del Theravada a la más profundas y esotéricas enseñanzas del
Ati Yoga Yana tantra y la Gran Perfección o Dzogchen.
Esta tradición se ha mantenido ininterrumpida por más de mil años hasta el día
de hoy. Como la primera traducción de textos budistas del sánscrito al
tibetano ocurrió durante esa época, a esta escuela se le conoce como la Nyingma
o "Escuela de la Antigua Traducción".
La meta del budismo es que todos los seres sean felices. Este es nuestro
objetivo para lograr la iluminación, nuestra naturaleza búdica inherente. A
través de las practicas intensas y las técnicas de meditación del Linaje Nyingma
podemos invocar nuestra naturaleza real, la del buda, en esta misma vida.
Utilizando esas técnicas podemos disolver la ilusión dualista de esta realidad
cuando nos iluminamos, alcanzando un estado de conciencia donde el ego no sea el
punto de partida.
La Escuela Nyingma del budismo tibetano se origina con las hazañas del
maestro indio Guru Padmasambhava, quien llegó al Tibet en 817 DC invitado
por el ReyTrisong Deutsan (742-797) para subyugar las fuerzas diabólicas que
impedían la diseminación del budismo. Guru Rinpoche, como es popularmente
conocido, puso a todos los espíritus malignos bajo un juramento y los
transformó en entidades que ayudarían en la propagación del budismo. Junto con
el gran Bodhisattva enseñanza superior, donde se tradujeron e interpretaron
por primera vez muchos de los textos que hoy son parte de la literatura
budista tibetana.
Guru Rinpoche también enseñó en muchas ocasiones las enseñanzas más excelsas
del tantra, especialmente a sus veinticinco discípulos. Estos primeros
adeptos son reconocidos por sus logros espirituales. Grandes maestros budistas
de la India como Vimalamitra, Buddhaguhya, Shantipa y Dharmakirti, también
fueron a Tibet a impartir enseñanzas. Aunque el estudio de la lógica y de otros
métodos no eran lo más usual, si lo eran la práctica de tantra en secreto por
maestros y discípulos. Hasta traducir textos se hacía bajo mucha
secretividad.
Viendo que aún no era el momento propicio para revelar muchas de sus
enseñanzas espirituales, Guru Padmasambhava escondió cientos de tesoros en
forma de escrituras, imágenes, y objetos rituales, con instrucciones para
encontrarlos de manera que éstos pudieran ser revelados para las futuras
generaciones . Posterior a esto, cientos de maestros han revelado estos tesoros
y los han enseñado a sus discípulos. Así que a parte de la enseñanza tántrica
oral existe un linaje de los tesoros revelados o termas. La existencia de
estos tesoros implica que Guru Padmasambhava continuamente está actualizando
suenseñanza e impartiéndola a todos los seres.
La tradición Nyingma divide las enseñanzas budistas en nueve vehículos: tres
vehículos comunes, los cuales incluyen las enseñanzas de los sutras que dio
el Buda Sakyamuni, los tres tantras externos que incluyen
el Kriya tantra - pone gran énfasis a practicar la purificación del cuerpo
palabra y mente
Upa tantra - da más énfasis a desarrollar facultades internas y externas
con el fin de lograr una afinidad más profunda con la deidad de meditación, y
por último
Yoga Tantra, que tiene como fin desarrollar la visión de la verdad absoluta
donde está esvacía e irradia con mucha claridad.
Finalmente los tresTantras internos que comprenden:
Mahayoga, el cual enfatiza que toda las cosas son aceptadas como la esencia de
la mente y del dharmakaya.
el Annuyoga, el cual enfatiza la visión de que toda las apariencias son las
deidades y sus tierras puras y además utiliza las energías del cuerpo por
estos fines.
el Atiyoga, o Gran Perfección, la cual es la enseñanza más profunda de
esta escuela y expone que toda las apariencias y los fenómenos son ilusiones
de la mente confundida. En realidad la mente está libre de todos los
conceptos ya que todos los estados de la mente son en realidad el
Dharmakaya, o Buda primordial.
Los primeros seis de estos nueve vehículos son comunes para todas las escuelas
de budismo tibetano, salvo los últimos tres, los tantras internos, que son
exclusivos de la tradición Nyingma.
La devoción y el respeto en el Tibet a las enseñanzas de este buda es
legendaria. Muchas personas laicas que no son de la escuela Nyingma recitan la
oración de las siete líneas de Guru Rinpoche y observan los días 10 y 25 de
cada mes lunar como un día de ofrendas a este gran maestro. La literatura
tántrica Nyingma y su trasmisión es clasificada en tres grupos: la oral, los
tesoros, y las visiones.por lo tanto en adición al canon budista mahayana del
Kangyur y el Tangyur existen múltiples fuentes que nutren al canon de esta
escuela budista.
Esta escuela es la base que forma el budismo en el Tibet y sus distintas
escuelas. Al día de hoy todavía se mantiene la tradición Nyingma inmaculada
de otras visiones o influencias. Los Venerables Khempos, rectores espirituales
del Centro Budista Padmasambhava de Puerto Rico son celosos con el mayor regalo
que han recibido, la enseñanza o Dharma. Por ello transmiten lo mismo que
recibieron de sus maestros en el Tibet y la India y que se remonta a las
enseñanzas que recibieron toda la suceción de maestros y discípulos desde los
tiempos del Buda y Guru Padmasambhava. Recibimos las enseñanzas de los Khempos
en un lenguaje moderno y dinámico como nuestro tiempo, pero reconociendo que nos
brindan lo más puro de la tradición budista tibetana.
lunes, 9 de agosto de 2010
domingo, 8 de agosto de 2010
Si uno se aprecia a sí mismo, deberá protegerse bien. El hombre sabio
permanece atento en cada una de las tres vigilias.
Establézcase primero uno mismo en lo que es apropiado antes de aconsejar
a los demás. Actuando de esta manera, el hombre sabio no caerá en desgracia.
Según aconseja a los demás, debe él mismo actuar. Bien controlado él
mismo, puede guiar a los otros. Verdaderamente es difícil controlarse a uno mismo.
Uno mismo es su propio refugio. ¡Qué otro refugio podría haber! Habiéndose
controlado a uno mismo, se obtiene un refugio difícil de conseguir.
Ni en los cielos ni en medio del océano, ni en una gruta en las montañas se
halla un lugar donde uno pueda permanecer a salvo de las consecuencias de sus malos
actos.
Ni en los cielos ni en medio del océano, ni en una gruta en las montañas se
halla un lugar donde uno pueda permanecer a salvo de la muerte.
Esforzaos y sed rigurosos, como lo es el corcel cuando siente el látigo. Por
la confianza, la virtud, el esfuerzo, la concentración, la investigación de la verdad, el
recto conocimiento y conducta y la atención mental, superaréis el gran sufrimiento.
Apresuraos en hacer el bien; refrenad vuestra mente hacia el mal, ya que
quienquiera que es lento en hacer el bien, se recrea en el mal.
Si un hombre obra mal, que no lo haga una y otra vez, que no se recree en
ello. Dolorosa es la acumulación del mal.
Si un hombre obra bien, que lo haga una y otra vez, que se recree en ello.
Feliz es la acumulación del bien.
El malhechor todo lo ve bien hasta que su mala acción da fruto, pero
cuando madura la fruta, entonces ve sus desafortunados efectos.
Incluso una buena persona puede experimentar dolor al obrar bien, pero en
cuanto el fruto se produce, entonces experimenta los buenos resultados.
No penséis con ligereza sobre el mal diciéndoos: "no vendrá a mí". Igual
que un cántaro se llena gota a gota, del mismo modo el necio, acumulándolo poco a
poco, se llena de maldad.
No penséis con ligereza sobre el bien diciéndoos: "no vendrá a mí". Igual
que un cántaro se llena gota a gota, del mismo modo el sabio, acumulándolo poco a
poco, se llena de bondad.
Igual que un comerciante con una pequeña caravana transportando mucha
riqueza evitaría un camino peligroso, y así como un hombre que ama la vida evitaría el
veneno, así uno debería evitar el mal.
Para el que cultiva el hábito de reverenciar constantemente a los mayores y
respetarlos, cuatro bendiciones van en aumento: edad, belleza, bendición y fuerza.
Un solo día de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale más que
los cien años de la vida de una persona inmoral y descontrolada.
Un solo día de la vida de una persona que se esfuerza con firme resolución
vale más que cien años de la vida de una persona perezosa e indolente.
Un solo día de la vida de una persona que hace un intenso esfuerzo vale
más que cien años en la vida de uno que es perezoso e inactivo.
Un solo día de la vida de una persona que comprenda cómo todas las cosas
surgen y se desvanecen, vale más que cien años de la vida de una persona que no
comprende cómo las cosas surgen y se desvanecen.
Mejor que mil versos de palabras inútiles es uno con una simple y
beneficiosa línea que, al escucharla, uno se serene.
Mejor es una simple palabra de la doctrina [que pacifica al que la oye] que
cien versos de innumerables palabras.
Más grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la
conquista de uno mismo.
Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los demás. Ni un
dios ni un semidiós, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer la victoria de aquel que se ha
amaestrado a sí mismo y se conduce siempre con moderación.
Aunque mes tras mes, hasta mil, uno hiciera ofrendas durante cien años,
pero otro honrase a un iluminado solamente por un momento, esta reverencia es mejor
que el sacrificio de cien años.
Aunque durante un siglo un hombre hiciera el rito del fuego en el bosque, si
por un solo momento honrase a un iluminado, esta reverencia es mejor que el sacrificio
del fuego durante un siglo.
Para aquellos cuyo viaje está concluido, libres de dolor, plenamente
liberados de todo y que han puesto fin a todas las ataduras, se extinguió el fuego (de las
pasiones).
Se esfuerzan por permanecer atentos. A ningún lugar se apegan. Como
cisnes que dejan su lago, abandonan lugar tras lugar y marchan.
Para ellos no hay acumulación, y su alimento no es otro que la Liberación,
que es vacío e indefinible: tal es su objeto. Su curso es como el de los pájaros en el aire:
no deja huella.
Uno tal ha eliminado las corrupciones, no está apegado al alimento; tiene
como objeto la liberación, que es vacía e indefinible. Su andar, como el de los pájaros
en el aire, no deja huella.
Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra orilla. La mayoría
solamente suben y bajan por la misma orilla.
Pero aquellos que obran rectamente de acuerdo con la enseñanza, que está
bien establecida, cruzan más allá de las pasiones y alcanzan el Nibbana.
Viniendo desde el hogar al estado sin hogar, que el hombre sabio abandone
los estados de ofuscación y cultive la lucidez. Por difícil que resulte, que busque el
deleitamiento y el disfrute en el desapego. Superando los placeres sensuales, sin impedimentos,
el sabio se libra a sí mismo de las impurezas de la mente.
Aquellos que perfeccionan sus mentes en los factores de Iluminación, sin
ataduras, deleitándose en el abandono de la avidez, esos, libres de corrupción,
esclarecidos, alcanzan el Nibbana incluso en este mundo.
No os asociéis con amigos mezquinos; no mantengáis la compañía de
hombres innobles. Asociaos con amigos nobles; conservad la compañía de los mejores
entre los hombres.
Aquel que bebe en la fuente de la enseñanza vive felizmente con una mente
serena. El hombre sabio siempre goza en la enseñanza proclamada por los nobles
iluminados.
Los que riegan canalizan el agua; los arqueros enderezan la flecha; los
carpinteros tallan la madera; los sabios se disciplinan.
Como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio permanece
imperturbado ante la calumnia y el halago.
Como un lago profundo es transparente y tranquilo, así se vuelven los sabios
al escuchar la enseñanza.
El santo se desapega de todo y no se implica en la avidez sensual. Cuando le
alcanza la felicidad o el sufrimiento, con sabiduría no se deja afectar ni por la euforia ni
por el abatimiento.
Ni para sí mismo ni para otros desea hijos, riquezas o reinos; ni con
equívocos busca su propio éxito. Una persona así es, por supuesto, virtuosa, sabia y
recta.
¿Quién comprenderá esta tierra y el terreno de Yama y este mundo de los
devas? ¿Quién investigará el bendito camino de la virtud, como el experto que
selecciona las mejores flores?
El discípulo que se ejercita, comprenderá esta tierra y el terreno de Yama y
el mundo de los devas. El discípulo que se ejercita, investigará el bendito camino de la
virtud, como el experto que selecciona las mejores flores.
Percibiendo este cuerpo como la espuma y comprendiendo que es como un
espejismo, aniquilará las espinas de las pasiones sensuales y burlará la vigilancia del rey
de la muerte.
Al que recoge tan solo las flores (de los placeres sensoriales) y cuya mente
se distrae (en los objetos de los sentidos), la muerte le arrastra como una enorme
inundación arrasa a un pueblo entero mientras duerme.
Al hombre que toma las flores (de los placeres sensoriales) y cuya mente se
distrae, insaciable en sus deseos, el Destructor lo pone bajo su dominio.
Así como la abeja liba en la flor sin dañar su color y esencia y luego se aleja,
llevándose únicamente la miel, así el sabio pasa por esta existencia.
No deberíamos considerar los fallos de los demás, ni lo que los otros han
hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos.
Igual que una flor bella y de brillante color, pero sin perfume, así son de
estériles las buenas palabras de quien no las pone en práctica.
Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante de
perfume, son de fructíferas las buenas palabras de quien las pone en práctica.
De la misma manera que un montón de flores hacen muchas guirnaldas, así
muchos actos buenos deben ser efectuados por aquel que nace como ser humano.
El perfume de las flores no se propaga contra el viento, como tampoco la
fragancia de la madera del sándalo, del rododendro o del jazmín, pero la fragancia del
virtuoso se esparce contra el viento. La del hombre virtuoso se expande en todas las
direcciones.
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Es bueno controlar la mente: difícil de dominar, voluble y tendente a posarse
allí donde le place. Una mente controlada conduce a la felicidad.
La mente es muy difícil de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus
fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la felicidad.
Dispersa, vagando sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos
que la someten se liberan de las cadenas de Mara.
Aquel cuya mente es inestable no conoce la enseñanza sublime, y aquel cuya
confianza vacila, su sabiduría no alcanzará la plenitud.
Aquel cuya mente no está sometida a la avidez ni es afectada por el odio,
habiendo trascendido tanto lo bueno como lo malo, permanece vigilante y sin miedo.
Percibiendo que este cuerpo es frágil como una vasija, y convirtiendo su
mente tan fuerte como una ciudad fortificada vencerá a Mara con el cuchillo de la
sabiduría. Velará por su conquista y vivirá sin apego.
Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia,
yacerá arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor como un leño.
Cualquier daño que un enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a
uno que es odiado, mayor daño puede ocasionar una mente mal dirigida.
El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a
un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, ennobleciéndolo de este modo.
La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el sendero
hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran
muerto.
Distinguiendo esto claramente, los sabios se establecen en la atención y se
deleitan con la atención, disfrutando del terreno de los nobles.
Aquel que medita constantemente y persevera, se libera de las ataduras y
obtiene el supremo Nibbana.
Gloria para aquel que se esfuerza, permanece vigilante, es puro en conducta,
considerado, autocontrolado, recto en su forma de vida y capaz de permanecer en
creciente atención.
A través del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, que el
hombre sabio haga de sí mismo una isla que ninguna inundación pueda anegar.
El ignorante es indulgente con la inatención; el hombre sabio custodia la
atención como el mayor tesoro.
El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a
través del amor. Tal es una antigua ley eterna.
Muchos desconocen que al disputar, perecemos; pero aquellos que lo comprenden,
refrenan por completo sus disputas.
Al que vive apegado al placer, con los sentidos no refrenados, sin moderación
en la comida, indolente, inactivo, a ese, Mara lo derriba, como el viento derriba a un
árbol débil.
Al que vive consciente de las impurezas, con los sentidos refrenados,
moderado en la comida, lleno de fe, lleno de sustentadora energía, a ese, Mara no lo
derribará, como el viento no derribará la montaña.
Quienquiera que sea que carezca de autocontrol y no permanezca en la
verdad, aunque se vista con la túnica amarilla, no es merecedor de ella.
sábado, 7 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Los significados de Om Mani Padme (Peme) Hum (Hung) (Mantra de la Compasión).
Los mantras son manifestaciones sonoras provenientes de la vacuidad. Son el sonido auténtico del vacío.
Desde el punto de vista de la verdad absoluta, y de la vacuidad misma, el mantra no tiene existencia. No hay ni sonido ni mantra. Los sonidos y los mantras, como todas las demás formas de manifestación, están ubicadas en el reino relativo que surge de la vacuidad. En el reino relativo, los sonidos, aunque desprovistos de entidad propia, tienen la capacidad de designar, nombrar, y actuar en la mente. Por ejemplo, cuando alguien nos dice “Eres una buena persona” o “Eres muy desagradable”, las palabras “buena” o “desagradable” no son cosas. Son solamente sonidos que no son “buenos” o “desagradables” por si mismos, sino que simplemente evocan los conceptos de “bueno” y “desagradable” y producen un efecto en la mente. Similarmente, en el reino relativo, los mantras están dotados con un poder de acción infalible.
-OM, representa el cuerpo de todos los Budas; también es el comienzo de todos los mantras
-MANI, significa “joya” en Sánscrito
-PADME, (PEME en tibetano), significa "loto”;
-HUM (HUNG) representa la mente de todos los Budas, y a menudo es el cierre de mantras;
El mantra está dotado con la capacidad de purificar nuestra mente de los velos que la oscurecen. El mantra abre la mente al amor y la compasión y nos guía hacia el despertar.
Recitar este mantra es importante a varios niveles. Las seis sílabas del mantra pueden eliminar los "seis venenos" de las emociones perturbadoras de la mente, cerrar las puertas de los renacimientos en los seis estados de existencia samsárica, aumentar los méritos, desarrollar y perfeccionar las Seis Paramitas (perfecciones). La recitación de estas "seis sílabas" es eficaz a todos estos niveles.
Estar en contacto con el mantra "Om Mani Padme Hum" ya sea por la audición, por la vista, la recitación, el pensamiento, o el tacto -por ejemplo tocar las formas de sus letras grabadas-, transmite una gran bendición y otorga beneficios que provienen del poder inherente a este mantra. Incluso si un animal escucha el sonido del mantra, a nivel de su conciencia es una influencia liberadora. Este ser será liberado de los estados inferiores, y establecido en un renacimiento humano, en contacto con las enseñanzas del Dharma, y progresará en el camino de la Liberación. El Buda ha dicho:
"Se pueden tomar todos los granos de arena contenidos en todos los océanos y en todos los ríos del mundo, el Buda podría contarlos pero no se podría concebir los beneficios de una sola recitación de este mantra".
Las cualidades auténticas de cada una de las sílabas del mantra se explican a través de varias correspondencias:
Se considera que cada una de las sílabas tiene un genuino efecto purificador:
-OM: purifica los velos del cuerpo
-MA: purifica los velos del habla
-NI: purifica los velos de la mente
-PAD: purifica los velos de las emociones perturbadoras o aflictivas
-ME: purifica los velos del condicionamiento latente
-HUNG: purifica el velo que cubre al conocimiento
Cada sílaba es en sí misma es una plegaria::
-OM: es la plegaria dirigida al cuerpo de los Budas
-MA: la plegaria dirigida al habla de los Budas
-NI: la plegaria dirigida a la mente de los Budas
-PAD: la plegaria dirigida a las cualidades de los Budas
-ME: la plegaria dirigida a la actividad de los Budas
-HUNG: reúne la gracia del cuerpo, habla, mente, cualidades y actividades de todos los Budas
las seis sílabas corresponden a las seis paramitas, las seis perfecciones trascendentales:
-OM: corresponde a la generosidad
-MA: a la ética
-NI: a la paciencia
-PAD: a la diligencia
-ME: a la concentración
-HUM: a la sabiduría
Finalmente, están relacionados con las seis sabidurías:
-OM: sabiduría de ecuanimidad
-MA: sabiduría de actividad
-NI: sabiduría autosurgida
-PAD: sabiduría de dharmadhatu (Dharmadhatu trasciende cualquier limitación, es mucho más amplio que el universo)
-ME: sabiduría discriminativa
-HUM: sabiduría semenjante a un espejo
El mantra también purifica las emociones perturbadoras:
-OM: purifica el orgullo
-MA: purifica los celos, envidia
-NI: purifica el deseo pasional
-PAD: purifica los prejuicios, estupidez
-ME: purifica el apego
-HUM: purifica la ira, agresividad, odio
Dice Dilgo Khientse Rinpoche:
"No hay un solo aspecto de las 84.000 enseñanzas del Buda que no este contenido en las seis sílabas del mantra OM MA NI PAD ME HUM".
Kalu Rimpoche dice:
"A través del mantra de Chenrezig (Buda de la Compasión) no estaremos más apegados a las palabras y sonidos de la vida, solamente podremos experimentar el vacío. Por lo tanto la confusión del habla se transformará en conocimiento iluminado".
El propio Dalai Lama, Su Santidad el Boddhisatva de la Compasión, explica:
"Es muy bueno recitar el mantra Om Mani Padme Hum, pero mientras lo haces debes estar pensando en su significado, porque el significado de las seis sílabas es grande y vasto. La primera está compuesta por tres letras A, U, y M. Estas simbolizan el cuerpo, el habla y la mente impura (contaminada) del practicante; también simbolizan el cuerpo, el habla y la mente puros y exaltados de un buda. ¿Pueden el cuerpo, el habla y la mente impura transformarse en el cuerpo, el habla y la mente pura? ¿O están completamente separadas? En todos los casos, los budas fueron seres como nosotros y, entonces, gracias al camino se iluminaron. El budismo no afirma que alguien desde el principio estuviera libre de faltas y poseyera todas las buenas cualidades. La purificación del cuerpo, el habla y la mente llega a través del abandono gradual de los estados impuros y su transformación en lo puro. ¿Cómo se logra esto? El camino se indica en las siguientes cuatro sílabas. Mani significa joya y simboliza los factores del método: la intención altruista de iluminarse, la compasión, y el amor. Así como una joya es capaz de eliminar la pobreza, la mente altruista de la iluminación es capaz de eliminar la pobreza o las dificultades de la existencia cíclica y de la paz solitaria. De igual forma, así como una joya cumple los deseos de los seres sintientes, también la intención altruista de llegar a la iluminación satisface los deseos de los seres sintientes. Las dos sílabas, Padme, que significan loto, simbolizan la sabiduría. Así como un loto crece en el lodo sin ensuciarse con las faltas de éste, la sabiduría es capaz de ponerte en una situación sin contradicciones, donde de cualquier otra forma habría contradicción si no tuvieses sabiduría. Existe la sabiduría que comprende la impermanencia, la sabiduría que comprende que las personas están vacías de autosuficiencia o existencia sustancial, la sabiduría que comprende el vacío de la dualidad –esto es, la diferencia de entidades entre sujeto y objeto– y la sabiduría que comprende el vacío de la existencia inherente. Aunque hay diferentes tipos de sabiduría, la principal de todas estas es la sabiduría que comprende el vacío. La pureza debe lograrse mediante la unión indivisible entre el método y la sabiduría; dicha unión está simbolizada por la última sílaba, Hum, que indica indivisibilidad. De acuerdo con el sistema del sutra, esta indivisibilidad del método y la sabiduría se refiere a la sabiduría afectada por el método, y al método afectado por la sabiduría. En el vehículo del mantra, o tantra, se refiere a una conciencia donde existen en forma completa ambas, la sabiduría y el método como una entidad indiferenciable. En términos de las sílabas semilla de los Cinco Budas Conquistadores, Hum es la sílaba semilla de Akshobya, el inamovible, el no fluctuante, aquel que no puede ser perturbado por nada. Así, las seis sílabas, Om Mani Padme Hum, significan que a partir de la práctica de un camino, que es la unión indivisible del método y la sabiduría, puedes transformar tu cuerpo, tu habla y tu mente impuras en el cuerpo, el habla y la mente puras y exaltadas de un buda. Se dice que no debes buscar la budeidad fuera de ti, las sustancias para el logro de la budeidad están dentro de ti. Como dice Maitreya, en el Sublime Continuo del Gran Vehículo (Uttaratantra), todos los seres tienen intrínsecamente la naturaleza búdica en su continuo mental. Tenemos dentro de nosotros la semilla de la pureza, “la esencia de aquellos que han ido” (Tathaghatagarbha), que debe ser transformada y desarrollada completamente en la budeidad".
Creencias budistas
Todos los seres tienen un mismo deseo: encontrar la felicidad y evitar el sufrimiento, pero muy pocos conocen sus verdaderas causas.
Por lo general, pensamos que los objetos externos, como la comida, los amigos, los coches o el dinero son verdaderas causas de felicidad y, en consecuencia, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a intentar adquirirlos. Aunque a simple vista parece que estas condiciones nos hacen felices, si lo analizamos con detenimiento, nos daremos cuenta de que también nos ocasionan numerosos problemas y sufrimientos.
La felicidad y el sufrimiento son estados mentales opuestos. Por lo tanto, si algo es una causa verdadera de felicidad, no puede serlo también de sufrimiento. Si la comida, el dinero y demás objetos externos fueran verdaderas causas de felicidad, nunca producirían sufrimiento, pero sabemos por propia experiencia que esto no es cierto. Por ejemplo, la comida es uno de nuestros placeres favoritos, pero también es la causa de numerosas dolencias y enfermedades.
Para fabricar los objetos que creemos que nos hacen felices, contaminamos el medio ambiente hasta el punto de convertir el aire que respiramos y el agua que bebemos en una amenaza para nuestra salud y bienestar. Nos gusta disfrutar de la libertad e independencia que nos proporcionan los coches, pero el coste en accidentes de tráfico y contaminación es enorme.
Pensamos que el dinero es imprescindible para disfrutar de la vida, pero debemos soportar grandes dificultades para conseguirlo. Incluso nuestros familiares y amigos, con los que compartimos momentos agradables, pueden causarnos numerosas preocupaciones y sufrimiento.
En los últimos años, nuestro entendimiento y control del mundo externo han aumentado considerablemente y, como resultado, hemos presenciado un notable progreso material. Sin embargo, la felicidad del ser humano no se ha incrementado del mismo modo.
Hoy día no hay menos sufrimientos ni menos infortunios en el mundo, incluso podría decirse que ahora experimentamos más problemas e infelicidad que nunca. Esto indica que la causa de la felicidad y la solución a nuestros problemas no se encuentran en el conocimiento y control del mundo externo.
¿Por qué? La felicidad y el sufrimiento son estados mentales y, por lo tanto, sus causas no pueden existir fuera de la mente. La verdadera causa de la felicidad es la paz interior. Si tenemos una mente apacible, seremos felices en todo momento, aunque las condiciones externas sean adversas, pero si estamos preocupados e inquietos, nunca seremos felices por muy favorables que estas sean.
Las condiciones externas solo nos hacen felices si tenemos una mente apacible. Esto podemos entenderlo por propia experiencia. Por ejemplo, aunque vivamos en un lugar agradable y dispongamos de todo lo necesario, en cuanto nos enfadamos, dejamos de ser felices. Esto se debe a que el odio destruye la felicidad.
De lo dicho se deduce que si deseamos disfrutar de felicidad duradera, hemos de adquirir y mantener una experiencia especial de paz interior. La única manera de conseguirlo es adiestrar nuestra mente con la práctica espiritual para reducir de manera gradual nuestros estados mentales negativos y sustituirlos por mentes apacibles.
Si cultivamos nuestra paz interior, finalmente la experimentaremos de manera permanente al alcanzar el nirvana. A partir de entonces, seremos felices tanto en esta vida como en las futuras, habremos resuelto todos nuestros problemas y llenado nuestra vida de significado.
jueves, 5 de agosto de 2010
Desde su nacimiento, el Emperador Amarillo
fue alguien inteligente,
desde su corta edad le gustaba
discutir muchos aspectos de lo que le
rodeaba, y en su edad adulta fue
honesto y trabajador, lo cual le
permitió alcanzar el título de
"Hijo del cielo". Un día preguntó a
su maestro Qi Bo lo siguiente:
-He oído decir que los hombres de
la remota antigüedad, incluso a
los 100 años de vida, poseían una
gran agilidad en sus movimientos;
en cambio, los hombres de hoy día,
aun sin llegar a los 50 años, ya
tienen movimientos torpes. Maestro,
¿esto se debe a un problema
generacional o a algún error en la
actividad vital del hombre de la
actualidad?
Qi Bo contestó:
-Los hombres de la remota
antigüedad vivían en concordancia con los
cambios de yin yang en la
naturaleza; tenían un gran dominio del
"método para alimentar la
vida" (Yang sheng zhi dao), mantenían
un ritmo en su alimentación, el
trabajo y el descanso y se abstenían
de trabajar mucho. Por tal motivo,
su apariencia física y su estado
psíquico estaban en concordancia
con su edad, y podían vivir hasta
la edad que la naturaleza pone como
límite, es decir, más de 100
años. Los hombres de la actualidad
no son iguales: toman el vino
como si fuera agua, sin medida
alguna; practican el sexo en estado
de ebriedad desgastando la energía
esencial ("Jing gi") ancestral
yin del riñón; no saben
alimentarse; desgastan su espíritu en cosas
banales y no mantienen un ritmo
entre el trabajo y el descanso. Por
eso, al llegar a los 50 años ya
parecen viejos decrépitos y sus
movimientos son torpes.
"En la remota antigüedad, los
maestros sabios enseñaban a los
hombres a prevenirse de la
"energía patógena externa productora de
deficiencia (xu xie)[". Se debe
evitar a tiempo la energía
patógena externa: permanecer
tranquilo sin exaltarse emocionalmente:
eliminar cualquier pensamiento que
perturbe la actividad espiritual,
con lo cual se favorezca la
circulación de la energía vital y se
prevenga cualquier enfermedad, y
conservar el espíritu en el
interior. Cuando se tiene un estado
emocional tranquilo y se
descansa de forma adecuada, la
"energía verdadera" (zhen qi) puede
circular correctamente. Cada
persona puede llegar entonces a
satisfacer sus necesidades: cuando
trabaja no siente fatiga. pues lo
hace con gusto; cualquier cosa con
la que se vista le parece bello.
De este modo todos pueden tener una
vida agradable y feliz,
independientemente del nivel social
al que pertenezcan. En este
sentido. no se pretende alcanzar lo
inalcanzable, sino lograr una
vida simple, de manera que una
situación anormal no pueda influir en
una persona, sin importar su grado
de inteligencia, de cultura o de
fuerza, ni podrán influir los
factores patológicos externos. Tales
son las reglas para "alimentar
la vida"; la gente que conduzca así
su vida podrá llegar a los 100 años
sin parecer anciana. Quien logra
esto es aquel que ha dominado el
"método para alimentar la vida"
(Yang sheng zhi dao), previniendo
que los factores internos y
externos sometan al organismo y lo
pongan en un camino peligroso.
¿Qué es la compasión?
La compasión es la mente que siente aprecio por los demás y desea liberarlos de su sufrimiento. En ocasiones, deseamos que una persona se libere de su sufrimiento por motivos egoístas; esto ocurre a menudo en las relaciones basadas en el apego. Por ejemplo, si nuestro mejor amigo está enfermo o se siente deprimido, deseamos que se recupere lo antes posible para volver a disfrutar de su compañía, pero esto es un deseo egoísta, no verdadera compasión. Para sentir verdadera compasión debemos estimar a los demás. Aunque tenemos cierto grado de compasión, es limitado y parcial. Cuando nuestros familiares y amigos están sufriendo, sentimos lástima por ellos con facilidad, pero nos resulta más difícil sentir lo mismo por las personas que nos resultan desagradables o por los desconocidos. Además, sentimos compasión por los seres cuyo sufrimiento es evidente, pero no por los que disfrutan de buenas condiciones ni por los que cometen acciones perjudiciales.
Si de verdad deseamos que madure nuestra semilla de Buda y alcanzar la iluminación, hemos de aumentar el ámbito de nuestra compasión hasta abarcar a todos los seres sintientes sin excepción, al igual que una madre es compasiva con sus hijos aunque hagan travesuras. La compasión universal es el corazón del budismo. A diferencia de nuestra compasión limitada, que sentimos de vez en cuando de manera espontánea, la compasión universal ha de cultivarse practicando la meditación durante mucho tiempo.
miércoles, 4 de agosto de 2010
La
ilusión del Ahora
Mucho se ha dicho en la actualidad acerca de la importancia de vivir en el presente, en el “aquí” y el “ahora”. Pero este vivir en el presente siempre se vuelve un aferramiento a la experiencia, un sujeto examinando un objeto. Nuestras ideas sobre lo que significa estar en el presente, “aquí y ahora”, nos enredan con sus complejidades. ¿Dónde está esta mente, mi mente, en la cual yo creo que las ideas y las experiencias ocurren? Los pensamientos existen, tenemos un sentido del presente, tenemos consciencia. Pero cuando tratamos de pinchar la experiencia efectiva que estamos teniendo, no podemos encontrar nada en la descripción de la experiencia que sea efectivamente real. Lo que encontramos no es nunca la actualidad de la experiencia, sino solamente un conjunto de conceptos que nos hemos formado acerca de nuestra experiencia. Cuando tratamos de vivir en el “presente”, nos preparamos para ir más allá de los conceptos, más allá del tiempo, más allá de nuestras experiencias usuales, pero todo lo que hacemos en nuestra seria anticipación es reforzar nuestra mente dualista.
¿Cómo entonces es posible ir más allá de esta superficie o mundo relativo, cuando aun el deseo de ir más allá lo cambia todo para impedirnos hacerlo? El primer paso es realizar que todas las cosas pertenecientes al mundo relativo, incluyendo lenguaje, ideas y conceptos, son formas semejantes a nubes en el cielo. Se ven sólidas, tienen diferentes formas, se mueven; sin embargo, no son diferentes del cielo en el que flotan. De la misma manera, nosotros creamos formas de nuestras diferentes experiencias por medio de nuestras emociones, nuestras imágenes y nuestros conceptos. Desarrollamos “series de historias”, que se parecen a esas nubes-dragón que se retuercen en el cielo.
Usualmente contemplamos estas “nubes” experiencias como si fueran objetos reales separados de nosotros. Pero cuando comprendemos que sólo son manifestaciones superficiales, podemos relajarnos y contactar el espacio sutil del más allá de los “nube-conceptos” y las “nube-emociones”, el espacio en el que no hay dualidad de sujeto y objeto.
Al principio es difícil aceptar que este espacio vacío existe, porque no hemos desarrollado la clase de percepción que se requiere. Por eso, primero necesitamos adquirir esa comprensión intelectual, luego podemos abrirnos a la experiencia afectiva a través de la meditación. Por un lado, la comprensión intelectual sostiene la experiencia; por el otro, la experiencia inspira una más profunda comprensión. Ambos profundizan juntos, sosteniéndose mutuamente.
Nuestro entendimiento intelectual es un mecanismo comprobatorio, uno que desarrolla un medio de probar las cosas en forma lógica. En una facultad importante pero hasta cierto punto, porque los conceptos y la lógica no nos llevan demasiado lejos. Sólo la experiencia puede llevarnos más allá de las imágenes, más allá del tiempo. Pero esta no es nuestra usual idea de experiencia...
La meditación, nos ayuda a dejar nuestros conceptos e ideas para ser receptivos a un estado abierto de alerta. En la meditación hacemos nuestro más íntimo contacto con nuestro lado experiencial donde se encuentra la iluminación, la más alta consciencia.
Cuando pasamos directamente dentro de cada momento, cuando disolvemos las formas o “nubes” de conceptos y descansamos en la pura experiencia, descubrimos nuestro gran recurso, el espacio iluminado. Podemos explotar la mina de nuestra experiencia para encontrar este gran tesoro que yace dentro de cada pensamiento.
Una vez que surja esta comprensión, todo es una parte de la meditación. Estamos centrados en la inmediatez de la experiencia, y, a pesar de eso, todavía participamos en sus formas exteriores, usando conceptos, gestos, etc., para manifestar nuestra experiencia interna. Esta comprensión es verdadera integración, una conexión genuina de nuestro entero ser con la realidad de la experiencia, con el “ahora” el cual no está limitado por tiempo ni espacio.
La Semilla de Iluminación:
La iluminación es la naturaleza de toda experiencia, lo que significa que ella está disponible para nosotros en todo momento. El Yo-imagen, sin embargo, nos separa de ello, y así la mayor parte de nosotros tiene bien poca convicción de que pueda haber algo más en esta vida que no sea la experiencia ordinaria. Cuando tenemos estas dudas, ni aun tratamos de trascender las limitaciones que nuestro ego nos impone. Pero cuando vemos que puede haber alguna verdad en las creencias espirituales, nos ubicamos en un camino que nos lleva más allá de nuestras limitaciones a estados progresivamente más altos de autoconsciencia. Llegamos a estar más y más despiertos a nuestra propia naturaleza, hasta que finalmente no hay entre nosotros y la experiencia de la iluminación nada que la impida.
En lo que usualmente llamamos enseñanza, aprender es un asunto de infiltrar palabras y significados a través de nuestro entendimiento conceptual. Pero en las enseñanzas del camino - porque cada palabra es una puerta a la iluminación - necesitamos comprender los significados internos por experiencia directa. Cuando nuestros corazones y mentes se abren a estos significados más profundos, un maestro puede ayudarnos entonces a trascender las limitaciones que nuestra mente conceptual establece en nuestra comprensión.
Ambos, el conocimiento intelectual y experiencial crecen y se profundizan juntos. Por ello, cada paso en la transmisión: las enseñanzas, los textos, y el proceso de aprendizaje, deben ser conducidos con el mayor cuidado, o si no, el camino directo a la iluminación será oscurecido. Impacientes por nuestro progreso, podemos sentir que “mientras más aprendemos” mejor será. Pero yendo de maestro en maestro sólo diluimos nuestro conocimiento en vez de profundizarlo. Por lo tanto, necesitamos seleccionar cuidadosamente un guía iluminado y luego seguirlo hasta que nuestra comprensión llegue a ser profunda y clara.
¿Cómo podemos estar seguros que nuestro maestro será capaz de guiarnos a esta realización? Con nuestra inteligencia y nuestra intuición como guías, somos naturalmente atraídos a un maestro que ha perfeccionado aquellas cualidades que deseamos desarrollar en nosotros. Un maestro vive el significado interno de las enseñanzas, y así nosotros vemos en él nuestra naturaleza interna. Entonces, a través de su compasión iluminada, él nos ayuda a desarrollar nuestras propias cualidades de compasión, integridad y confianza interior.
Cuando el maestro es compasivo y abierto, el camino se despliega naturalmente, y nuestras vidas adquieren una cualidad quieta y apacible. Gradualmente llegamos a ser más conscientes de nuestra naturaleza interna, y construimos una profunda autocomprensión y una fortaleza interna.
Pero las enseñanzas no siempre vienen en forma que sean gratas para nuestro ego. Un maestro compasivo, para revelarnos nuestra naturaleza interior y hacernos conscientes de ella, también saca a la superficie aquellas cualidades que no nos gusta admitir en nosotros. Podemos liberarnos de ellas una vez que las veamos, pero estas cualidades pueden ser tales que nuestro ego no quiera dejarlas ir. Y nuestros egos, cuando se sienten amenazados, pueden causarnos dudas acerca de las enseñanzas del maestro; el ego puede aun inducirnos a creer que si no nos gusta una cierta enseñanza, ella debe ciertamente ser errónea. A este punto podemos sentirnos impelidos a romper con el maestro en lugar de hacerlo con el ego.
Pero romper con el maestro es romper con nuestra confianza en nosotros mismos. Con este picotear y escoger, aceptar y rechazar, socavamos nuestra propia evolución y fortalecemos sólo nuestras limitaciones. De esta manera no sólo originamos confusión, sino también un profundo resentimiento de culpa y fracaso que hace extremadamente difícil los futuros progresos en el camino.
Por lo tanto, la confianza en el maestro y en lo que él representa se necesitan desde el comienzo. Para que la línea de transmisión continúe ininterrumpida, debe haber mutua confianza, apertura, honestidad, e integridad como base en el camino.
La iluminación es la naturaleza de toda experiencia, lo que significa que ella está disponible para nosotros en todo momento. El Yo-imagen, sin embargo, nos separa de ello, y así la mayor parte de nosotros tiene bien poca convicción de que pueda haber algo más en esta vida que no sea la experiencia ordinaria. Cuando tenemos estas dudas, ni aun tratamos de trascender las limitaciones que nuestro ego nos impone. Pero cuando vemos que puede haber alguna verdad en las creencias espirituales, nos ubicamos en un camino que nos lleva más allá de nuestras limitaciones a estados progresivamente más altos de autoconsciencia. Llegamos a estar más y más despiertos a nuestra propia naturaleza, hasta que finalmente no hay entre nosotros y la experiencia de la iluminación nada que la impida.
En lo que usualmente llamamos enseñanza, aprender es un asunto de infiltrar palabras y significados a través de nuestro entendimiento conceptual. Pero en las enseñanzas del camino - porque cada palabra es una puerta a la iluminación - necesitamos comprender los significados internos por experiencia directa. Cuando nuestros corazones y mentes se abren a estos significados más profundos, un maestro puede ayudarnos entonces a trascender las limitaciones que nuestra mente conceptual establece en nuestra comprensión.
Ambos, el conocimiento intelectual y experiencial crecen y se profundizan juntos. Por ello, cada paso en la transmisión: las enseñanzas, los textos, y el proceso de aprendizaje, deben ser conducidos con el mayor cuidado, o si no, el camino directo a la iluminación será oscurecido. Impacientes por nuestro progreso, podemos sentir que “mientras más aprendemos” mejor será. Pero yendo de maestro en maestro sólo diluimos nuestro conocimiento en vez de profundizarlo. Por lo tanto, necesitamos seleccionar cuidadosamente un guía iluminado y luego seguirlo hasta que nuestra comprensión llegue a ser profunda y clara.
¿Cómo podemos estar seguros que nuestro maestro será capaz de guiarnos a esta realización? Con nuestra inteligencia y nuestra intuición como guías, somos naturalmente atraídos a un maestro que ha perfeccionado aquellas cualidades que deseamos desarrollar en nosotros. Un maestro vive el significado interno de las enseñanzas, y así nosotros vemos en él nuestra naturaleza interna. Entonces, a través de su compasión iluminada, él nos ayuda a desarrollar nuestras propias cualidades de compasión, integridad y confianza interior.
Cuando el maestro es compasivo y abierto, el camino se despliega naturalmente, y nuestras vidas adquieren una cualidad quieta y apacible. Gradualmente llegamos a ser más conscientes de nuestra naturaleza interna, y construimos una profunda autocomprensión y una fortaleza interna.
Pero las enseñanzas no siempre vienen en forma que sean gratas para nuestro ego. Un maestro compasivo, para revelarnos nuestra naturaleza interior y hacernos conscientes de ella, también saca a la superficie aquellas cualidades que no nos gusta admitir en nosotros. Podemos liberarnos de ellas una vez que las veamos, pero estas cualidades pueden ser tales que nuestro ego no quiera dejarlas ir. Y nuestros egos, cuando se sienten amenazados, pueden causarnos dudas acerca de las enseñanzas del maestro; el ego puede aun inducirnos a creer que si no nos gusta una cierta enseñanza, ella debe ciertamente ser errónea. A este punto podemos sentirnos impelidos a romper con el maestro en lugar de hacerlo con el ego.
Pero romper con el maestro es romper con nuestra confianza en nosotros mismos. Con este picotear y escoger, aceptar y rechazar, socavamos nuestra propia evolución y fortalecemos sólo nuestras limitaciones. De esta manera no sólo originamos confusión, sino también un profundo resentimiento de culpa y fracaso que hace extremadamente difícil los futuros progresos en el camino.
Por lo tanto, la confianza en el maestro y en lo que él representa se necesitan desde el comienzo. Para que la línea de transmisión continúe ininterrumpida, debe haber mutua confianza, apertura, honestidad, e integridad como base en el camino.
lunes, 2 de agosto de 2010
En la II
Guerra Mundial, fue efectivamente sanador desarrollar compasión por aquellos
que hicieron cosas tan terribles. Las acciones de mucha gente muestran que
ellos no tienen verdadera consciencia de ellos mismos ni control sobre sus
propias mentes. Sus emociones agresivas son tan poderosas que no saben lo que
están haciendo. Ellos están en realidad locos. Comprendiendo esto, podemos
aprender a ser compasivos.
Sería estupidez decir que las malas acciones son buenas, pero sin negatividades contra las que luchar, no habría necesidad de desarrollar consciencia de sí, o meditación, o compasión. Sin problemas, no podríamos llegar a la iluminación; así que somos afortunados de tener tanto situaciones positivas como negativas, para lidiar con ellas. Aunque no es fácil superar nuestros problemas, ellos son el terreno en que somos probados.
En vez de enfurecernos por aquellos que nos perjudican, podemos estar agradecidos de ellos por darnos la oportunidad de desarrollar paciencia, autoconocimiento y compasión. Esta manera de enfocar las circunstancias favorece la apertura de nuestros corazones.
Para desarrollar un corazón más compasivo, trabaja alegremente por otra gente y pon en ello tanta energía como puedas. Sé natural y risueño. Aprende a aceptar a otros aun con sus faltas. Aunque el sentimiento más altamente positivo es llamado amor, aún el amor está limitado por la relación sujeto-objeto: tratamos de hacerlos dependientes de nosotros y transformarlos a lo que sentimos debieran ser. Pueden ser nuestros amigos, nuestros amantes, nuestros hijos, o aún Dios o Buda. Sólo la compasión nos libra de esta limitante relación.
La compasión acepta a los otros como son. El que enteramente realiza la compasión ya no ve más separación entre “yo” y “otros”. La compasión es la total y espontánea respuesta a todas las situaciones.
Sería estupidez decir que las malas acciones son buenas, pero sin negatividades contra las que luchar, no habría necesidad de desarrollar consciencia de sí, o meditación, o compasión. Sin problemas, no podríamos llegar a la iluminación; así que somos afortunados de tener tanto situaciones positivas como negativas, para lidiar con ellas. Aunque no es fácil superar nuestros problemas, ellos son el terreno en que somos probados.
En vez de enfurecernos por aquellos que nos perjudican, podemos estar agradecidos de ellos por darnos la oportunidad de desarrollar paciencia, autoconocimiento y compasión. Esta manera de enfocar las circunstancias favorece la apertura de nuestros corazones.
Para desarrollar un corazón más compasivo, trabaja alegremente por otra gente y pon en ello tanta energía como puedas. Sé natural y risueño. Aprende a aceptar a otros aun con sus faltas. Aunque el sentimiento más altamente positivo es llamado amor, aún el amor está limitado por la relación sujeto-objeto: tratamos de hacerlos dependientes de nosotros y transformarlos a lo que sentimos debieran ser. Pueden ser nuestros amigos, nuestros amantes, nuestros hijos, o aún Dios o Buda. Sólo la compasión nos libra de esta limitante relación.
La compasión acepta a los otros como son. El que enteramente realiza la compasión ya no ve más separación entre “yo” y “otros”. La compasión es la total y espontánea respuesta a todas las situaciones.
La mejor manera de mostrar compasión es a través del deseo de ayudar. Cuando tú no puedes hacer nada acerca de una situación, por lo menos desea sinceramente haber podido ayudar. Aunque estos son sólo pensamientos, es valioso tener buenos pensamientos. Tu puedes también darte cuenta que la razón por la que no puedes ayudar es que te falta la sabiduría y el poder espiritual para ello. Este deseo te estimulará y te dará fortaleza para tu práctica. Mientras más desarrolles tu práctica, más poder tendrás para ayudar a otros.
El deseo consiste no sólo en palabras, sino en un profundo sentimiento que viene desde el fondo de tu corazón. Una vez que hayas desarrollado fuertemente este sentimiento, viene la buena voluntad y luego la apertura. A este punto puedes actuar en forma efectiva. Así es como empieza la compasión. Tú ves los problemas de otros, tú sientes su dolor, su tristeza, su sufrimiento. Tu deseo de ayudar se hace más fuerte a medida que tú te abres más, y sientes más profundamente.
No es egoísta decir: “No puedo hacer nada” cuando tú real y desesperadamente quieres ayudar, pero sabes, en forma realista, que simplemente no hay nada que puedas hacer.
Para ayudar a otros, tú debes tener ambos: sabiduría y poder. Lo que significa compasión. Cuando una o ambas cualidades están faltando, es difícil tener éxito. Aunque puedas tener buenas intenciones, falta de poder significa falta de efectividad. Es mejor desarrollar la capacidad de estar alerta, tu poder y tu habilidad para actuar. Primero, necesitas llegar a ser sensitivo a la situación. Luego podrás manejarla en forma apropiada. Sin preparación, las buenas ideas son difíciles de llevar a cabo.
La sabiduría y la meditación llegan a ser muy similares. La meditación es el estado lúcido de la mente y cuando éste se desarrolla, se transforma en sabiduría. Cuando comprendemos el sufrimiento de otros, podemos desarrollar el deseo de ayudar, después la voluntad de hacerlo y entonces nuestros corazones se abren. La sabiduría nos permite ver que se puede hacer y nos da la habilidad para aliviar los sufrimientos de otros.
Amor y Compasión
Al profundizar nuestra comprensión de la existencia se abre la puerta de la compasión. El desarrollo del darnos cuenta del dolor y la ignorancia que, igual que todos los demás, experimentamos, estimula la simpatía, de allí la empatía. Esta evolucionante preocupación por los otros inspira un sentimiento de amor; un amor que pierde sus conexiones con nuestros conceptos y sentidos, un amor que es sin sujeto u objeto.
La compasión es la habilidad de experimentar plenamente la situación de otro. Generalmente, tendemos a meternos dentro de nosotros mismos. Dado que encontramos tan difícil relacionarnos con los otros, aun con nuestros buenos amigos, dedicamos nuestros esfuerzos a protegernos. Nuestra preocupación casi nunca va más allá de nosotros mismos, de nuestras necesidades y deseos personales. La preocupación y la responsabilidad por otros, ambos básicos para la compasión, tienen poca oportunidad de crecer.
Una manera de aprender compasión es cultivar el deseo de ayudar a otros. Este simple gesto automáticamente abre el corazón. Ensanchamos nuestra perspectiva y aumentamos nuestra sensibilidad a las necesidades de otros, y esto nos conduce a desarrollar la habilidad de ser de efectiva ayuda. Eventualmente podemos aprender a amar sin ulterior motivo o sentido del ego. Este sentimiento de amor inegoísta estimula una apertura que permite que la compasión surja naturalmente. Podemos entonces actuar con capacidad y compasión en todas circunstancias.
La apertura en último término significa compasión. Mientras más te dejas abrir, más capaz serás de comunicarte con amigos, familia y otros. En vez de suprimir o tratar de evitar tus sentimientos, tanto como puedas, abre tu corazón, tus sentimientos, tu personalidad total. Ábrete a tus más profundos niveles de sentimiento. Tu puedes hacer esto en la relajación, la llave de la meditación.
Quédate muy tranquilo, respira muy suave y gentilmente, y mantén tu mente alerta. Una vez que la relajación está establecida de esta manera, ella sanará tus sentimientos internos. Entonces vendrá un calor interior. Con él y con la relajación interna, sentirás más apertura, y con esta apertura, mayor comunicación. Porque este calor interno se transforma en sabiduría y, gracias a él, serás capaz de ver la situación de otra gente más claramente, y con esta claridad también puedes aprender más sobre ti mismo, abriendo tu naturaleza interna.
Cuando tu corazón realmente se abra, tú puedes comunicarte con todos los seres, con toda existencia. Puedes ver la naturaleza de samsara. La apertura es la llave de la compasión, así una vez que puedas desarrollar más apertura, el ego y el auto aferramiento perderán su poder. Al estar menos autocentrado, tú podrás ver que cada individuo debe ir a través de este ciclo de samsara. Aprendes a aceptar más a los otros, y la compasión crecerá más profunda y más abarcante.
La compasión genuina está más allá de los pensamientos, más allá del ego, libre de todas creencia de que hay un “yo” envuelto en el acto de compasión. La verdadera compasión, por lo tanto, genera un profundo sentido de aceptación y aún perdón hacia aquellos que nos han causado dolor o desdicha. Cuando somos sensibles a la debilidad y egoísmo en otros nos damos cuenta que el daño que ellos hacen es simplemente debido a la ignorancia.
Al profundizar nuestra comprensión de la existencia se abre la puerta de la compasión. El desarrollo del darnos cuenta del dolor y la ignorancia que, igual que todos los demás, experimentamos, estimula la simpatía, de allí la empatía. Esta evolucionante preocupación por los otros inspira un sentimiento de amor; un amor que pierde sus conexiones con nuestros conceptos y sentidos, un amor que es sin sujeto u objeto.
La compasión es la habilidad de experimentar plenamente la situación de otro. Generalmente, tendemos a meternos dentro de nosotros mismos. Dado que encontramos tan difícil relacionarnos con los otros, aun con nuestros buenos amigos, dedicamos nuestros esfuerzos a protegernos. Nuestra preocupación casi nunca va más allá de nosotros mismos, de nuestras necesidades y deseos personales. La preocupación y la responsabilidad por otros, ambos básicos para la compasión, tienen poca oportunidad de crecer.
Una manera de aprender compasión es cultivar el deseo de ayudar a otros. Este simple gesto automáticamente abre el corazón. Ensanchamos nuestra perspectiva y aumentamos nuestra sensibilidad a las necesidades de otros, y esto nos conduce a desarrollar la habilidad de ser de efectiva ayuda. Eventualmente podemos aprender a amar sin ulterior motivo o sentido del ego. Este sentimiento de amor inegoísta estimula una apertura que permite que la compasión surja naturalmente. Podemos entonces actuar con capacidad y compasión en todas circunstancias.
La apertura en último término significa compasión. Mientras más te dejas abrir, más capaz serás de comunicarte con amigos, familia y otros. En vez de suprimir o tratar de evitar tus sentimientos, tanto como puedas, abre tu corazón, tus sentimientos, tu personalidad total. Ábrete a tus más profundos niveles de sentimiento. Tu puedes hacer esto en la relajación, la llave de la meditación.
Quédate muy tranquilo, respira muy suave y gentilmente, y mantén tu mente alerta. Una vez que la relajación está establecida de esta manera, ella sanará tus sentimientos internos. Entonces vendrá un calor interior. Con él y con la relajación interna, sentirás más apertura, y con esta apertura, mayor comunicación. Porque este calor interno se transforma en sabiduría y, gracias a él, serás capaz de ver la situación de otra gente más claramente, y con esta claridad también puedes aprender más sobre ti mismo, abriendo tu naturaleza interna.
Cuando tu corazón realmente se abra, tú puedes comunicarte con todos los seres, con toda existencia. Puedes ver la naturaleza de samsara. La apertura es la llave de la compasión, así una vez que puedas desarrollar más apertura, el ego y el auto aferramiento perderán su poder. Al estar menos autocentrado, tú podrás ver que cada individuo debe ir a través de este ciclo de samsara. Aprendes a aceptar más a los otros, y la compasión crecerá más profunda y más abarcante.
La compasión genuina está más allá de los pensamientos, más allá del ego, libre de todas creencia de que hay un “yo” envuelto en el acto de compasión. La verdadera compasión, por lo tanto, genera un profundo sentido de aceptación y aún perdón hacia aquellos que nos han causado dolor o desdicha. Cuando somos sensibles a la debilidad y egoísmo en otros nos damos cuenta que el daño que ellos hacen es simplemente debido a la ignorancia.
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