martes, 20 de julio de 2010

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.
Los dos extremos son como trampas o emboscadas; permanece en el medio, pero ni siquiera al medio te aferres.

Cuando no tengas nada importante que decir, guarda el noble silencio. Si no puedes mejorar lo dicho por otros, guarda el noble silencio.

Que cada uno de vosotros sea su propio refugio, ¿qué otro refugio podría haber?

Todos los estados perjudiciales tienen sus raíces en la ignorancia y convergen en la ignorancia. Al abolir la ignorancia, todos los demás estados perjudiciales serán también abolidos.

Mente clara, corazón tierno.

Todas las cosas compuestas están sujetas al cambio. Porfiad con vigilancia para conseguir vuestra liberación.

El pasado es un sueño; el futuro, un espejismo; el presente, una nube que pasa.

Vigilad, estad atentos, sed disciplinados, reunid vuestros pensamientos, cuidad vuestra mente.

A un loco se le conoce por sus actos, y a un sabio también. Hay un apego sumamente peligroso: el apego a las opiniones.

En cualquier batalla pierden tanto los vencedores como los vencidos.

Igual que una flor bella y de brillante color, pero sin perfume, así de estériles son las buenas palabras de quien no las pone en práctica.

Toda enseñanza es como una balsa: hecha para hacer una travesía, pero a la que no hay que atarse. La verdad es aquello que produce resultado.

Como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio permanece imperturbable ante la calumnia y el halago.

Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra orilla (la de la sabiduría). La mayoría solamente suben y bajan por la misma orilla.

Más grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la conquista de uno mismo.

Si uno percibe el mundo como una burbuja de espuma y como un espejismo, a ése no le ve el Dios de la Muerte.

El único refugio de la mente es la atención.

Todo es cuestión de que te lo creas o no.

A eso que te crees, le das poder; lo que no te acabas de creer de corazón, lo ignoras.

Si crees que la felicidad y el sufrimiento dependen de lo que te pase, de las personas que te rodean, a eso le darás poder. Le darás el poder a lo que te pasa, dependerás de las personas que te rodean.

Pero el budismo dice que la felicidad y el sufrimiento son estados mentales que están en tu interior y lo que pasa fuera son sólo condiciones para hacer aflorar esto que tú ya tienes dentro.

Los problemas externos (del samsara), no vas a pararlos nunca porque siempre seguirán apareciendo, uno detrás de otro. Pero tus perturbaciones mentales (causas del sufrimiento) sí puedes reducirlas y eliminarlas. Y desarrollar tu paz interior, causa última de tu felicidad.

El budismo dice: la causa de tu felicidad es tu paz interior; la causa de tu sufrimiento, tus perturbaciones mentales (odio, apego, ignorancia).

Si de verdad te lo crees, siempre le darás prioridad a tu paz interior, por delante de cualquier anécdota que pase fuera. Protege tu paz interior más que tus posesiones materiales

Cada vez que algo empieza a alterarme (una crítica, una decepción, las cosas no son como deseo, etc.) pienso: ¿Qué me importa más, esto o mi paz mental? Y mi malestar se reduce automáticamente. Porque cualquier cosa que no me guste (lo que piensen de mí, el inconveniente de perder un trabajo y tener que buscar otro, etc.) no es tan importante como mi paz mental, mi alegría interior.

Así que vuelve a tu paz interior (protégela más que a cualquier posesión material o situación externa; mima tu paz mental, vuelve a ella) y haz lo que tengas que hacer desde tu alegría imperturbable.

El sufrimiento te avisa de que hay perturbaciones mentales que no has pillado. Cada vez que sufres por algo, hay un apego detrás (a una persona o situación, a estar bien, a que ocurra lo que deseas), una aversión (todo lo que no quieres en tu vida) o indiferencia (el aburrimiento del sinsentido, quizás).

¿Sufres? Míralo de esta manera: la vida te presenta la perfecta oportunidad para detectar lo que hay en tu mente. Transforma esta experiencia en algo que te mejore. En el momento en que consigas sentirte bien ante una dificultad, te habrás convertido en un héroe o una heroína. (La verdadera heroicidad no consiste en matar o destruir seres o situaciones que de todas formas van a morir sino en destruir los engaños de tu mente, que nunca morirían de manera natural; por el contrario, cada vez se afianzan más y se hacen más grandes, si los dejas.)

Y, así, dejarán de darte miedo los problemas y empezarás a acogerlos con alegría, como oportunidades de crecimiento.

Por qué sufrimos?

El budismo responde que la única causa es interna, no externa: la manera en que reaccionamos a las cosas, dirigidas por nuestras perturbaciones mentales, nuestros engaños.

Quieres ser feliz sin abandonar los pensamientos que destruyen tu felicidad y eso no es posible.

Confronta con una realidad ineludible: Quieres ser feliz en el samsara, y eso no es posible. (Samsara es una manera de mirar la vida, de relacionarse con la vida. Una actitud. Una mente perturbada).

Lo que más sufrimiento te causa es dar por hecho que todo te tiene que salir bien aquí, en este mundo. Siempre. Que puedes tenerlo todo controlado a tu gusto y a tu favor. Que las personas que te rodean van a ser como tú quieres y hacer lo que tú quieres. Que el universo tiene un plan perfecto para que todo cuadre en tu vida. En todo momento. Y no es así. Y esperar que sea así, lo único que te garantiza es una sucesiva cadena de frustraciones, enfados, sufrimiento.

Lo cierto es que en este mundo y en la realidad humana que vives, todo es muy frágil. Tu cuerpo es frágil, las situaciones de riesgo de accidentes, enfermedades y muerte son innumerables. El equilibrio familiar, profesional, con los amigos, en cualquier tipo de relación, es muy frágil. Especialmente si las personas implicadas están dirigidas por el egocentrismo y el empeño en que las cosas sean exactamente como cada cual quiere que sean. Poco racional, si tenemos en cuenta que los deseos de cada cual difieren, porque todos ellos están dirigidos por su propio egocentrismo.

No te engañes: lo que más te hace sufrir es ese deseo equivocado, imposible, de querer controlarlo todo, que todas las cosas que pasen en tu vida sean exactamente como tú quieres que sean. Lo que más te hace sufrir es tu obsesión por el bienestar. Lo que más te hace sufrir es tu obsesión por no sufrir.

Buda dice: Relájate, hijo mío, y acepta las cosas como son, porque no puedes cambiarlas. Te enfrentas a efectos de causas anteriores, y eso ya ha pasado. Lo que sí puedes hacer ahora es aceptarlas con paciencia y crear causas beneficiosas que tendrán efectos beneficiosos.

Lo único que depende de ti ahora es la manera en que decides reaccionar: Puedes elegir entre el enfado, odio, orgullo, resentimiento, victimismo…o bien, puedes aceptarlas con paciencia, amor y alegría,y aprovechar tu oportunidad de crear causas beneficiosas para efectos posteriores.

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