Un Espacio dedicado a compartir ideas e impresiones sobre temáticas orientales.
sábado, 27 de marzo de 2010
Buscando la felicidad en otro lugar
El Bodhisatva Chekhaua dijo que la era en la que nos
encontramos se caracteriza por poseer cinco impurezas: la del
tiempo, la de los seres sintientes, la de las creencias, la de
las peturbaciones mentales y la de la duración de la vida. Hoy
quiero hablar sobre la última de ellas. Esta clase de impureza
se puede entender de dos maneras. La primera se presenta en el
libro Compasión universal, y consiste en que la duración de la
vida de las personas en estos tiempos de degeneración es corta
e incierta. La segunda nos enseña que la vida humana en la
presente era está llena de dificultades.
Desde el punto de vista del desarrollo de las condiciones
externas, parece que todo está mejorando. Los países
experimentan un notable progreso material, las tecnologías son
cada vez más avanzadas y el conocimiento mundano se ha
incrementado considerablemente. Sabemos más que antes y
podemos hacer cosas que nunca hubiéramos imaginado. Aunque de
manera superficial parezca que estamos prosperando, lo cierto
es que la vida humana se está volviendo cada vez más difícil.
Ahora tenemos más problemas que nunca. Se han inventado armas
terribles, se está contaminando el medio ambiente y están
apareciendo nuevas enfermedades. Incluso los placeres más
sencillos, como comer o tomar el sol, se están convirtiendo en
un peligro. Hay muchas cosas que pueden destruir el cuerpo de
una persona en un solo instante. La vida humana se ha vuelto
muy complicada.
No sólo nos cuesta cada vez más controlar nuestra mente, sino
que incluso las enfermedades físicas se están haciendo
difíciles de prevenir y curar. Aunque hay muchos hospitales y
médicos, en realidad no pueden ayudarnos demasiado. La salud
humana no está mejorando, sino empeorando. De hecho, todos
padecemos una dolencia u otra. Acudimos a los médicos, pero
ellos no pueden devolvernos la salud. Recurrimos a las
medicinas, pero al estar mezcladas con veneno, aunque sentimos
un alivio momentáneo, al día siguiente estamos peor.
Finalmente, acaban destruyendo nuestro cuerpo por completo.
El mundo es cada vez más imprevisible y difícil de controlar.
No sabemos lo que puede ocurrir dentro de un año o incluso el
mes que viene. Países enteros cambian de la noche a la mañana.
Mi propio país, el Tíbet, estaba aislado y era independiente
por completo. Nunca pudimos imaginar que fuera a cambiar de
forma tan drástica. Nuestros amigos cambian, pero nunca
llegamos a sospechar que las naciones pudieran transformarse
con tanta rapidez. Hoy en día, el poder de cambiar un
determinado país para bien o para mal está en manos de unas
pocas personas. Todo es de lo más incierto. Aquellos que
tienen la responsabilidad de gobernar un país necesitan tener
una sabiduría como la de los Seres Iluminados, pero resulta
difícil encontrar líderes políticos que la posean.
Si lo analizamos con detenimiento, descubriremos que la
verdadera naturaleza de la vida humana es sufrimiento.
Entonces, ¿qué actitud debemos tomar ante ello? Tenemos que
preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cómo solucionar estos
problemas? ¿Cómo encontrar auténtica felicidad? ¿Cómo llevar
una vida saludable y llena de significado? ¿Dónde encontrar un
método con el que superar nuestras dificultades? Podemos estar
seguros de que las respuestas no las encontraremos en las
escuelas ni en las universidades. El sistema educativo
tradicional sólo puede enseñarnos métodos que, aunque nos
ayuden a solucionar nuestros problemas a corto plazo, en
realidad no hacen más que incrementar el samsara, que al fin y
al cabo es el origen de todos los problemas. Si queremos
encontrar un método con el que solucionar realmente nuestros
problemas humanos y encontrar verdadera felicidad, tenemos que
buscarlo en otro lugar.
Ha llegado el momento de buscar la felicidad de una manera
distinta. Ya hemos intentado hacerlo con métodos
convencionales. A lo largo de la historia, las personas han
trabajado duro para mejorar las condiciones externas, pero no
nos han dejado nada que realmente valga la pena. Los problemas
humanos continúan aumentando, tanto a nivel individual como
colectivo. Se ha comprobado que las soluciones convencionales
son ineficaces. Tenemos que buscar en otro lugar el método
para solucionar nuestros problemas y lograr felicidad. Cuando
lo hayamos encontrado, podremos ponerlo en práctica en nuestra
vida diaria, pero antes debemos saber dónde buscarlo. Los
libros y profesores comunes no nos lo pueden proporcionar.
Según Buda y los demás Seres Iluminados, para solucionar
nuestros problemas diarios y sentar las bases de una felicidad
permanente, hemos de cambiar tres cosas: la intención, la
visión y las acciones. Nuestras intenciones ordinarias nos
causan problemas porque están contaminadas por el egoísmo.
Tenemos que cambiar estas intenciones y convertirnos en
personas de buen corazón, generando mentes como el amor y la
compasión. Este es el mejor método para solucionar nuestros
problemas diarios. Si nuestra intención es pura, nuestras
acciones serán correctas y como resultado producirán
felicidad. El que vuestra vida sea sencilla o difícil depende
de vuestra intención. Si tenéis buenas intenciones, vuestra
vida será afortunada y feliz, pero si están contaminadas por
el egoísmo y las perturbaciones mentales, actuaréis de forma
incorrecta y tendréis problemas y dificultades. Como ya he
dicho en alguna ocasión, quien tenga buen corazón, aunque no
haya estudiado, será un verdadero sabio, mientras que la
persona con malas intenciones, aunque comprenda muchos temas a
nivel intelectual, nunca podrá ser feliz. Por lo tanto, hemos
de cambiar nuestra intención. Debemos esforzarnos por reducir
el egoísmo y transformar nuestra mente en amor y compasión.
Para cambiar la intención, no es necesario realizar una sesión
de meditación formal, podemos hacerlo en cualquier lugar y sin
importar la tarea que estemos realizando. La manera de
desarrollar y mantener un corazón compasivo se enseña con
claridad en Las etapas del camino a la iluminación (Lamrim) y
en el Adiestramiento de la mente (Lojong). Cuando nuestra
mente cambia y se transforma en gran compasión, dejamos de ser
personas ordinarias. Somos como Bodhisatvas. Nuestro Centro de
Dharma es una organización mahayana y, por lo tanto, debemos
intentar vivir como Bodhisatvas y convertirnos en mahayanistas
reales. Heruka Centre tiene que convertirse en una comunidad
de Bodhisatvas. ¡Qué maravilla! Si lo intentáis, sin lugar a
dudas lo conseguiréis. Ahora tenéis una gran oportunidad
porque el Dharma es algo nuevo en este país y lo consideráis
como algo muy valioso. Muchos tibetanos han estado recibiendo
enseñanzas de Dharma desde que eran niños. Para ellos es como
el pan de cada día y no tienen un interés especial en él. Por
lo tanto, aunque aumente su comprensión intelectual, sus
experiencias internas degeneran. Sin embargo, en este país las
enseñanzas de Dharma son algo nuevo y precioso, y se
consideran como un exquisito manjar. Esta es una de las
ventajas que tenéis. Además, como ya habéis recibido una buena
educación y adquirido conocimientos, tenéis una comprensión
clara. Cuando se reúnen estas dos condiciones, la mente se
abre enseguida al Dharma.
Lo más importante es adiestrarse de forma práctica. En cuanto
comprendáis un nuevo aspecto del Dharma, debéis intentar
ponerlo en práctica de inmediato. De este modo, vuestra
intención ordinaria se irá reduciendo y vuestra mente se
transformará en amor, compasión y otras realizaciones de
Dharma. Como vuestras mentes perjudiciales irán disminuyendo,
dejaréis de tener discusiones y peleas, y vuestras relaciones
serán más armoniosas.
También debemos cambiar nuestra visión de la realidad.
Normalmente pensamos que la felicidad sólo depende del
progreso material, pero como he mencionado antes, los
problemas humanos continúan aunque se mejoren las condiciones
externas. A menudo incluso aumentan. No es difícil darse
cuenta de que nuestra visión del mundo es incorrecta. En
realidad, la felicidad procede de dentro, de nuestra mente.
¿Qué es la felicidad? Una sensación agradable. Puesto que las
sensaciones son un aspecto de la mente, la causa principal de
nuestra felicidad debe estar dentro de ella. Si podemos
controlar nuestras perturbaciones mentales, como el apego, el
odio, el egoísmo, etc., la felicidad surgirá de nuestro
interior de manera natural. Cuando somos felices por dentro,
seguimos siéndolo sin importar las condiciones externas. Esta
es la visión budista, la de los Seres Iluminados.
Si no controlamos nuestra mente, nunca encontraremos
felicidad, puesto que las perturbaciones mentales, como el
egoísmo, el apego, los celos y la ignorancia, van a seguir
causándonos problemas sin cesar. Necesitamos, al menos,
reducir nuestros engaños. Cuando estos sean más débiles, las
mentes apacibles surgirán de manera natural y las
circunstancias externas dejarán de tener tanta importancia
para nosotros. Entonces, dispondremos de mayor libertad.
Adiestrándonos todos los días de este modo, los métodos de
Dharma comenzarán a dar resultados y aprenderemos a aplicarlos
en la vida diaria. En realidad, serán como las dos caras de
una misma moneda, pero, como ya he dicho antes, estos métodos
de Dharma no se encuentran en una vida ordinaria.
Lo tercero que debemos cambiar son nuestras acciones. Tenemos
que abandonar las malas acciones, que nos perjudican tanto a
nosotros mismos como a los demás, y realizar sólo acciones
virtuosas. Para los practicantes mahayanas, esto significa
practicar las seis perfecciones: «De la generosidad
recibiremos riqueza; de la moralidad, felicidad; de la
paciencia, belleza; del esfuerzo, el cumplimiento de nuestros
deseos; de la concentración, paz interior; y de la sabiduría,
la liberación de la ignorancia». Debemos combinar la práctica
de las seis perfecciones con nuestras actividades diarias.
Hay cuatro maneras de practicar la generosidad: dando objetos
materiales a los necesitados, impartiendo enseñanzas
espirituales o dando buenos consejos, ofreciendo protección a
los que estén en peligro o ayudando a los que se encuentren en
situaciones difíciles, y dando amor. Podemos practicar estas
clases de generosidad con las personas más cercanas, como
familiares, amigos, compañeros, etc. Si nos habituamos a estas
acciones, transformaremos nuestras actividades diarias en el
camino espiritual.
Aunque trabajamos sin descanso para acumular posesiones
materiales, si alguien nos preguntara: «¿Qué vas a hacer al
final de tu vida con todas tus posesiones?», la única
respuesta cierta sería que las dejaremos atrás. En El camino
gozoso de buena fortuna relato la historia de una persona que
se encontró con un hombre que estaba labrando una gran roca.
Sorprendida, le preguntó: «¿Qué haces?», y el hombre contestó:
«Estoy haciendo esta roca cuadrada». «¿Y qué vas a hacer luego
con ella?». «¡Dejarla aquí!». Podemos compararnos con este
picapedrero. Nos pasamos la vida trabajando duro para acumular
posesiones y sentir que realmente son nuestras, pero al final
hemos de morir dejándolo todo atrás. La riqueza material no
tiene sentido ni esencia. Milarepa dijo que el único propósito
de poseer riquezas es practicar la generosidad. El dinero sólo
tiene significado si se utiliza para ofrecerlo a los demás.
Puesto que una causa y su efecto son similares, si somos
generosos en esta vida y ofrecemos objetos materiales a los
demás, crearemos la causa para recibirlos nosotros mismos en
el futuro. Por lo tanto, nos enriqueceremos con facilidad y no
tendremos que experimentar pobreza.
También es importante mejorar la disciplina moral. Para ello
no es necesario ser monjes, todos tenemos la responsabilidad
de mantener una moralidad. Además, debéis adiestraros en la
paciencia, el esfuerzo gozoso, la meditación y la sabiduría.
Cuando os familiaricéis con estas prácticas, vuestro
comportamiento cambiará y seréis como Bodhisatvas. Si una o
dos personas en el Centro lo hacen de este modo, influirán en
los demás y poco a poco vuestro Centro se convertirá en una
comunidad de Bodhisatvas.
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